No hay mal que por bien no venga. Los efectos del temido cambio climático repercutirán positivamente en la producción vitivinícola de Galicia, que podría duplicarse y mejorar la calidad de sus caldos. Ésta es una de las conclusiones a las que se ha llegado en el primer Congreso Mundial sobre Clima y Viticultura (CONCLIVIT) celebrado esta semana en Aragón y que define a Galicia como una de las comunidades autónomas que saldrán más favorecidas por el calentamiento global desde el punto de vista de la viticultura, al contrario de otras zonas de latitudes bajas como Murcia o Castilla-La Mancha, donde el grupo de expertos prevé "tiempos difíciles".

La principal razón es la subida de las temperaturas. José María Cuadrat, presidente de la Asociación Española de Climatología y profesor de la Universidad de Zaragoza, explica que la vid es una planta "muy sensible" a los cambios térmicos, por lo que ante una subida moderada de las temperaturas en Galicia será posible extender los límites geográficos de las zonas de cultivo de las diferentes denominaciones de origen. "El límite coincide con una isoterma de 28 grados de temperatura media en las máximas. Si esa temperatura aumenta, el área de cultivo sería mayor", apunta.

El calor jugaría también a favor en otro frente: la maduración. Vicente Sotés, presidente del Comité Científico del CONCLIVIT y del grupo de expertos Medio Ambiente y Cambio Climático de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), incide precisamente en este factor. Aduce que en algunas zonas la uva no tiene tiempo suficiente para madurar, lo que hace que el vino pierda calidad. "El ciclo se está adelantando. La vid brota antes en Galicia y la uva tiene más meses por delante para alcanzar un nivel óptimo de maduración", sostiene.

Las heladas, enemigo acérrimo del viticultor, tenderían también a desaparecer.

El catedrático en Edafología de la Universidad de Santiago Francisco Díaz-Fierros, que coordina para la Xunta un estudio sobre el impacto el cambio climático en la comunidad, calcula que la temperatura media puede subir en torno a los 2,5 grados al norte de Galicia, y hasta 5 grados al sur, lo que haría posible incluso la introducción en algunos valles de las provincias de Lugo y Ourense de variedades de uva francesa como el "cabernet sauvignon" o el "chardonnay", o las utilizadas en las denominaciones de origen Rioja y Ribera del Duero, la "garnacha" y el "tempranillo", entre otras.

Otro aliado de Galicia de cara a afrontar el cambio climático son las precipitaciones. Así como los estudios que manejan los expertos reflejan un aumento de las temperaturas constante en los últimos cincuenta años y prevén un modelo similar para el futuro, las estadísticas sobre precipitaciones están "poco claras". Cuadrat, experto en climatología, argumenta que el descenso de la pluviosidad "no es significativo". "Hay coincidencia en que las precipitaciones van a descender en las latitudes bajas, en el centro y el Sur de España, pero no está tan clara la situación en el Norte, y menos en Galicia en particular", reconoce.

El presidente de la Asociación Española de Climatología prefiere hablar de "diferencia temporal" de precipitaciones. Con esto se refiere a la distribución de las lluvias a lo largo del año, y aquí el cambio climático beneficia a la viticultura. "Los estudios indican claramente que hay un descenso de las precipitaciones en primavera y en verano, y un repunte en otoño", confirma.

Hongos

Esta distribución de las lluvias repercute positivamente en las vides porque un nivel bajo de humedad disminuye las enfermedades y los hongos, y evita que la uva se pudra si las precipitaciones se producen durante los meses de verano. "Las previsiones sobre lluvias son poco seguras, pero parece claro que las precipitaciones disminuyen en verano. La comunidad adoptará un clima más mediterráneo", corrobora el profesor Díaz-Fierros.

Nuevos sistemas

La cara opuesta a lo que sucederá en Galicia estará en las regiones de interior y del Sur de España. Los expertos reunidos esta semana en el CONCLIVIT constataron, por ejemplo, que las variedades de uva francesa implantadas hace pocos años en plantaciones de la Meseta están resistiendo peor el calor que las vides tradicionales. Y ante el calor, los viticultores de estas regiones están incorporando nuevos sistemas para evitar perder parte de sus cosechas.

En Andalucía ya se están consiguiendo uvas tempranas y tardías mediante el uso de plásticos que cubren los cultivos. Este método evita que las precipitaciones otoñales afecten a las viñas, de modo que en octubre y noviembre se puede recolectar sin problemas.

Los sistemas de riego también se plantean como posible solución en aquellas zonas más castigadas por el sol, pero esta opción tiene numerosos detractores por la competencia del recurso. Kees van Leeuwen, catedrático de Viticultura en la Escuela Nacional de Ingenieros de Trabajos Agrícolas (ENITA) en la universidad francesa de Burdeos, apuesta por plantar en estas zonas variedades de uva más resistentes a la sequía con el fin de economizar los recursos hídricos.

El problema del agua afectará en menor grado a Galicia, pero estos expertos sugieren adoptar un modelo más económico e introducir también variedades de uva que resistan mejor el calor en las zonas de interior, como la "garnacha".