Decenas de empresas, siete millones de facturación y el 11 por ciento del conjunto de la producción verde agroganadera española. Estos tres datos podrían retratar la realidad de la agricultura ecológica gallega. Sin embargo, detrás de este fenómeno emergente -que excluye el uso de productos químicos de síntesis como fertilizantes, plaguicidas, antibióticos, con el objetivo de preservar el medio ambiente, mantener o aumentar la fertilidad del suelo y proporcionar alimentos con todas sus propiedades naturales- hay otro aspecto no menos relevante: la conciencia de que el negocio es es compatible con la sostenibilidad del planeta; que para crecer no es necesario -ni conveniente- sacrificar la naturaleza, exprimirla como una naranja, entre otras razones, porque esa naranja tiene un jugo limitado. Y es que para los agricultores y ganaderos verdes, los beneficios son un fin legítimo, pero que no se computa sólo en euros.

Un buen puñado de gallegos así lo entienden y por eso han apostado por la agricultura ecológica, un sector que, a pesar de contar con escaso apoyo y muchas y desesperantes trabas de la Administración, no deja de expandirse. Leche, huevos, miel, carne, setas, castañas, vino, sidra, vinagre, queso, pan, frutas, vegetales, plantas medicinales... la agricultura ecológica ya toca numerosos ámbitos de la producción en la geografía gallega.

Y el fenómeno no ha hecho más que empezar. Al menos si se constata la dimensión que ya ha adquirido en comunidades como Andalucía, en donde el decidido respaldo de la Junta unido a una dinámica iniciativa privada la han convertido en referente nacional. En 13 años, España ha pasado de tener 396 operadores en agricultura ecológica a 17.688; y la extensión cultiva, de 4.235 hectáreas a 733.182. Y la facturación superó de largo los 250 millones de euros

Fuera de nuestras fronteras, Alemania es la reina. "El punto de inflexión se produjo en 1985, tras el desastre de Chernobil. Impresionados por esta catástrofe nuclear y temerosos de contaminarse con productos tóxicos, los alemanes se volcaron en alimentos ecológicos que tuviesen las máximas garantías", explica Gabino Vázquez Fernández, presidente del Consello Regulador de Agricultura Ecológica, un organismo que agrupa a unos 465 productores que operan en unas 9.000 hectáreas.

Ventajas

La agricultura ecológica atesora ventajas adicionales: primero, tiene un alto grado de transformación, de forma que se completa todo el ciclo, con lo que el beneficio que obtiene el agricultor es superior; segundo, fija población en el campo, un hecho relevante si vemos la despoblación y el envejecimiento que sufre el campo; y tercero, el empleo de procesos naturales -sin renunciar a técnicas innovadoras- contribuye a la sostenibilidad del ecosistema y a la recuperación de recursos que con políticas agrarias cuando menos dudosas han quedado exhaustos. Por ejemplo, la castaña ecológica ha permitido recuperar soutos abandonados y sin rentabilidad. Además, en plena crisis alimentarias (vacas locas, gripe aviar, fiebre aftosa, etc.), la agricultura ecológica es la mejor garantía de producto sano.

Como gráficamente apunta José Luis Vaz, responsable de una cooperativa verinesa dedicada a la carne: "Pretendemos ofrecer al consumidor la mejor calidad a un precio razonable y sin esquilmar el capital natural del país. En el fondo, sólo somos jardineros de la naturaleza".

Albariño en Caldas y truchas en Carballo

El campo es tan amplio -desde la cosmética a los juguetes, pasando por ropa- que la agricultura ecológica en Galicia apenas está en su fase embrionaria. El más inminente reto es la comercialización del primer albariño. Lo pondrá a la venta en los próximos días una bodega de Caldas de Reis. Con ello, se suma a la oferta de vino de Valdeorras que ya está desde hace tiempo en el mercado. Con toda probabilidad este albariño que comercializará una bodega situada en Caldas de Reis debutará en Alimentaria, la gran feria que se organiza en primavera en Barcelona.

Y tras el vino, el pescado. El municipio de Carballo estrenará en unas semanas una producción de truchas ecológicas, que será la primera de este género en Europa. Destinada fundamentalmente al mercado alemán y austriaco, donde este tipo de pescado es muy valorado (en especial ahumado), la empresa Isidro de la Cal ya tiene a punto su primera promoción de trucha ecológica. En total serán unas 50 toneladas. Según la empresa, las primeras pruebas entre algunos clientes alemanes que ya han testado el producto han sido más que satisfactorias.

Nuremberg, el escaparate de la "agri-cultura verde"

En febrero, Nuremberg se erige en el paraíso de la producción verde. En dos millones de metros cuadrados, más de dos mil expositores llegados desde todos los puntos del planeta compiten por exhibir los mejores productos. Desde Armenia a Perú; desde China a Brasil; desde Túnez a México; desde Italia a Polonia... Todos aquéllos que quieren ser algo en la producción ecológica acuden a Nuremberg.

La ciudad alemana -arrasada en enero de 1945 en su 90 por ciento por bombas aliadas, pero hoy reconstruida de forma primorosa- es el mejor exponente de que sostenibilidad medioambiental y la protección de la naturaleza no son una utopía propia de idealistas, sino una urgencia, y el único modo de garantizarle al planeta un futuro digno.

Este año el Consello Regulador de la Agricultura Ecológica invitó a los presidentes de las denominaciones de Ribeira Sacra, Valdeorras, Ribeiro y Monterrei, todas ellas producciones vitivinícolas ourensanas, para hacerles ver que la ecología es un negocio tan o más rentable que las producciones convencionales. Porque en Nuremberg no se congregaron un puñado de empresarios hippies o ingenuos soñadores, sino firmas que facturan millones de euros y que buscan ansiosamente nuevos mercados.