Aunque Galicia sale de la crisis y las cifras macroeconómicas son positivas, la recuperación no ha llegado a todos los hogares. Son muchos los gallegos que todavía siguen en el pozo. La prueba es que más de 73.000 familias se retrasan en el pago de recibos como la luz, el gas, el agua, la hipoteca o el alquiler de su vivienda por razones económicas. Es la cifra más elevada desde 2013. De hecho, solo en el último año se ha duplicado el número de hogares que aplazan sus facturas por no disponer de dinero.
Según los datos publicados por el Instituto Galego de Estatística (IGE), en el primer trimestre de este año el 6,89 por ciento de los hogares de Galicia "se retrasaron en el pago de recibos de obligado cumplimiento", una tasa que duplica el 3,39 por ciento que se registraba a principios de 2017. En ese momento, eran 35.936 las familias que no estaban al día en el pago de sus facturas, una cifra que ahora ya es el doble.
La propia Xunta ha reconocido en varias ocasiones que la recuperación económica no se está trasladando a los salarios de los trabajadores. Aunque el sueldo bruto mensual se ha incrementado entre 2010 y 2016, la subida ha sido de solo 65 euros mensuales, un 3,77 por ciento, según los datos del IGE.
Y mientras tanto, el coste de la luz, el gas o los alquileres no dejan de encarecerse. El recibo del gas se elevó este año un 6,2 por ciento de media en enero.
Pero el verdadero quebradero de cabeza de las familias es la factura de la electricidad. Este año volvió a registrar un incremento del 2,5 por ciento. Organizaciones de consumidores como FACUA cifran el aumento del precio de la luz durante la última década en un 87 por ciento.
Las tres grandes compañías telefónicas también subieron los precios este año. Y el coste de los alquileres bate récords por la elevada demanda. Según el último informe de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias, desde 2008 el crecimiento fue superior al 9 por ciento. Lo único que se libra de subidas son las hipotecas, debido a que el euribor sigue en números negativos.
En este contexto, un tercio de los hogares gallegos se vieron obligados a reducir gastos o solicitar ayuda económica. Unas treinta mil familias pidieron un préstamo o refinanciaron sus deudas para paliar su falta de ingresos.
En todo caso, es más habitual recurrir a amigos o familiares para afrontar las dificultades financieras. En el primer trimestre de 2018 casi 82.000 familias pidieron ayuda a parientes o conocidos. La cifra aumentó respecto al año anterior en casi 5.200 hogares.
Y otras 240.000 unidades familiares cambiaron sus hábitos de consumo y empezaron a comprar marcas blancas o productos de oferta, o bien disminuyeron otros gastos como calzado, ropa o transporte.
