A pocos hombres les preguntan cómo se las arreglan para compaginar su trabajo con la familia. Son las mujeres las que constantemente deben dar explicaciones. La reflexión la hace Margarita Hermo, directora de la Asociación Gallega de Empresa Familiar y directora de Relaciones Institucionales de Jealsa, que, a continuación, apunta la respuesta: "¿Qué cómo conciliamos? Pues reeducando a nuestros maridos". Y no es la única que da esta receta. "Yo tenía un diamante en bruto en casa, solo tuve que pulirlo", señala la directora de Recursos Humanos del grupo Cándido Hermida. Son las experiencias de algunas de las mujeres, con puestos de liderazgo, que ayer compartieron sus vivencias en unas jornadas organizadas por la Secretaría Xeral de Igualdade en Santiago.

Los horarios laborales son uno de los mayores obstáculos que se encuentran estas mujeres para compaginar sus responsabilidades con la familia. "Hay que promocionar fórmulas de flexibilidad horaria que permitan conciliar no solo a mujeres sino también a hombres", apunta María Camino Agra, directora xeral de Capital Humano de Abanca.

La peripecia vital de cada una de ellas demuestra que todavía quedan barreras por derribar, muchas de ellas educativas y culturales, puesto que el ascenso a un cargo de responsabilidad suele ir acompañado de un sentimiento de "culpabilidad" o complejo de "mala madre" por dedicar más tiempo al trabajo a costa de la familia.

"Yo me he sentido muy juzgada", relata Olga López. "Encontré un empleo en una multinacional que me obligaba a viajar mucho. Y tuve a mi primera hija. Yo me sentía realizada, pero la gente en la empresa no lo veía así, me hicieron sentir culpable y lo dejé", explica. Volvió a cambiar de trabajo, uno que no le exigía hacer las maletas para irse fuera de casa, pero su agenda empezó a ser más intensa. "Lo primero que me dijo mi marido es que pidiera la jornada parcial, pero yo no quise. ¿Por qué iba a hacerlo? ¿Y cómo lo arreglé? Educando a mi marido. Él no sabía poner un cubierto en la mesa pero empezó a ayudarme", explica. En su opinión, el futuro pasa ahora por educar a sus hijos en la igualdad.

También Margarita Hermo siente la presión social. "En la guardería si la niña tiene fiebre siempre me llaman a mí, aunque mi hija ya les advierta que estoy de viaje. No llaman a mi marido", se queja.

"¿Y por qué no hay chats de padres en las escuelas?", se pregunta María Camino, que reconoce que no puede estar "muy activa" en los foros de madres por su trabajo. "Le he dado el acceso a mi marido y él se organiza", señala.

La conciliación es más fácil en Noruega, un país que es referente en esta materia. La ministra consejera de la embajada, Torunn Viste, explicó el modelo noruego en las jornadas organizadas por la Xunta. Tienen 49 semanas de baja por maternidad con el cien por cien del sueldo. Las mujeres tienen derecho a 13 semanas al nacer el bebé y los padres a 10 semanas y el resto lo pueden distribuir entre los dos hasta que el niño cumpla tres años. Y en 2006 un gobierno conservador aprobó una ley que obliga a que las empresas grandes tengan al menos un 40% de mujeres en puestos de dirección. "Fue controvertida pero hoy en día nadie la discute", explica Viste.

La directora de Capital Humano de Abanca apoya medidas como ésta. "Nunca he sido partidaria de los cupos pero es cierto que los mecanismos que ahora existen no están dando sus frutos y a lo mejor un sistema de cuotas permite forzar o alcelerar un proceso que va muy lento", defiende María Camino Agra.