Hay una nueva fotografía en el rural gallego. Los drásticos cambios demográficos de las últimas décadas beben del hundimiento en el padrón de los concellos y el progresivo envejecimiento de sus habitantes. Esa pérdida de mano de obra ha acabado por afectar a las más de 900.000 cabezas de ganado bovino que pueblan la comunidad.

Hasta 2008, en Galicia había 12.931 cuadras habitadas por un máximo de dos vacas. Según los datos publicados por el Instituto Galego de Estatística, hoy son casi la mitad: algo más de 7.000 explotaciones. En el otro extremo, las grandes explotaciones siguen un camino ascendente desde entonces.

Si hace 10 años había solo 159 cuadras con más de 200 cabezas, el número se ha cuadruplicado en 2017. La reducción en el tamaño de las explotaciones ha traído consigo un retroceso en la cantidad de establos repartidos por el país. Desde 2008 se han perdido más de 15.000, dejando el número actual en 34.440.

Todas las explotaciones con menos de 100 animales han visto su registro reducido, aunque aquellas en las que el ganado goza de mayor intimidad siguen siendo mayoritarias. La evolución de la última década, sin embargo, invita a pensar a que las cerca de un millón de vacas gallegas tendrán que acostumbrarse a compartir su espacio.