Se trata, para el profesor Alberto Vaquero, de una cuestión de ponderación. Cuando hace falta una persona de apoyo para el cuidado de mayores o pequeños, o si es necesario el pago de una guardería o de una residencia, las familias hacen sus cuentas para ver qué es lo más rentable.

La situación también está vinculada a los salarios. "A veces, que los segundos perceptores por volumen de ingresos en una familia dejen de trabajar voluntariamente y se conviertan en cuidadores de niños y de ancianos puede salir a cuenta, cuando se realiza un análisis coste-beneficio de la situación. Lo mismo puede suceder cuando ya ni tan siquiera deciden buscar trabajo, aumentando en ambos casos la cifra de inactivos por atender a la familia", cuenta Alberto Vaquero, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo (UVigo).

Ocurre, sobre todo, cuando hay un salario más alto y otro más bajo en la unidad familiar. La mayoría de las veces ese salario más bajo es el de la mujer (en parejas o compañeros heterosexuales).

Este profesor de Economía Aplicada explica que es necesario que las políticas de igualdad "se noten realmente en las cifras". "Las diferencias existen en el ámbito laboral, la tasa de ocupación el empleo y los salarios", cuenta Vaquero.

"En la mayor parte de las familias los sustentadores principales son los hombres y, por desgracia, las mujeres siguen cobrando un 20% menos por el mismo trabajo que los varones, teniendo también que llevar a cabo, en muchos casos, la mayor parte de las obligaciones familiares", añade el profesor.

Vaquero habla también de la necesidad de una subida salarial. En el fondo, cuando una persona renuncia a buscar empleo a una determinada edad es porque existe un salario de apoyo en la unidad familiar, entre otros posibles motivos.

"Según datos de un informe del Imserso la aportación que tiene que hacer una persona para poder acceder a una plaza pública supera los 6.000 euros anuales. Si se trata de una privada hablamos de 1.740 euros mensuales", apunta Vaquero.

Es que cuidar a un mayor en un geriátrico tiene un coste de 17.998 euros al año en Galicia y cada uno de los usuarios aporta el 34,55%, según el sistema de dependencia. Galicia está entre las comunidades en las que este porcentaje es más bajo, por detrás de Castilla La Mancha, la Comunidad Valenciana y Murcia. Si la pensión media es de 780 euros en la comunidad gallega, cada mayor debe invertir en pagar la residencia el 66% de lo que cobra (unos 518 euros mensuales).