Galicia tiene una cuenta corriente en números rojos: la de sus habitantes, que no dejan de menguar. Una de las causas está en la baja natalidad. La comunidad suma ya una treintena de años con más defunciones que nacimientos y las previsiones estadísticas no auguran un mejor pronóstico para el año que acaba de comenzar. Los gallegos se lo piensan dos veces antes de tener descendencia y si uno de cada cinco embarazos llevados a buen término no fueran no planificados, las cifras todavía serían más bajas, en concreto un 20%.

El dato lo aporta el avance de una encuesta realizada por la Consellería de Sanidade a 6.436 gallegas mayores de 18 años que fueron madres entre el 1 de septiembre de 2015 y el 31 de agosto de 2016. Entre otras cuestiones, el Sistema de Información sobre Conductas de Risco (SICRI) les pregunta si su embarazo fue "planificado", es decir, si la entrevistada estaba "intentando quedarse embarazada" cuando ocurrió. De sus respuestas, el Sergas concluye que el 80 por ciento de los nacimientos que hubo en Galicia en dicho período fueron fruto de un embarazo buscado, lo que deja el 20% restante fruto del azar.

En el intervalo de tiempo analizado por la Xunta, según indica el propio Ejecutivo autonómico, nacieron en la comunidad un total de 19.204 bebés. Sin los vástagos que llegaron fuera de las previsiones de sus progenitores, la cifra sería casi de cuatro mil neonatos menos. Aun así, los datos (provisionales) de 2016 permiten constatar cómo la cifra de nacimientos de Galicia implica retrotraerse a niveles similares a los registrados tras la crisis de 1993. Después de que se recuperaran hasta los 23.000 en 2008, estalló otra crisis que ha vuelto a coincidir con un descenso progresivo.

Conciliación

El que los gallegos y las gallegas se lo piensen a la hora de tener descendencia lo reflejan también encuestas como la realizada por el Instituto Galego de Estatística que permite concluir que casi 75.000 gallegas dudan de si tener hijos por su situación laboral,casi 75.000 gallegas dudan de si tener hijos por su situación laboral sobre todo por la incompatibilidad de horarios y bajos salarios, y una cifra bastante similar de varones, en este caso 70.000, aduce también que el trabajo les frena a la hora de decidirse a dar el paso.

La encuesta del Sergas, contestada en un 89% de los casos por madres españolas, permite abordar también ese aspecto. Por las respuestas a sus cuestionarios, que se pasaron a las interesadas entre diciembre de 2016 y febrero de 2017, Sanidade asegura que el 44% de las progenitoras declaró tener estudios universitarios y que se clasificaron como ocupadas (trabajaban fuera del hogar) un 72% antes del parto. No obstante, añade que el porcentaje "disminuyó hasta el 68 por ciento en el momento de la encuesta", realizada tras nacer el bebé.

Las dificultades de conciliación pueden explicar, al menos en parte, por qué Galicia está entre los "top" de usuarios de guarderías y escuelas infantiles. El Sergas refleja que el porcentaje de niños que los padres ponen bajo el cuidado de escuelas infantiles aumenta conforme se eleva su edad: a los tres meses son el 2%, pero al año son ya casi la mitad, el 46%.

Otro de los aspectos estadísticos que confirma el trabajo de Sanidade es la maternidad tardía. Según la encuesta, la edad media al parto fue de 33,4 años. Hay que tener en cuenta que en 1976, las gallegas accedían a la maternidad, de media, a los 28,1 años. En 2016, en cambio, uno de cada diez bebés tienen madres que superan los 40 años.

Los avances en reproducción asistida extienden las posibilidades de tener descendencia en el tiempo. Los datos recopilados en la encuesta muestran que del 80 por ciento de nacimientos que se planearon, el 9 por ciento fueron "fecundaciones artificiales", el 7% del total de embarazos. Esa tasa de bebés que nacen tras un tratamiento de reproducción asistida es similar, aunque ligeramente por debajo, de cifras estatales, donde supusieron durante 2015 el 8,6 por ciento de los nacimientos.