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El sur de Holanda seduce a profesionales 'TIC' gallegos

Sueldos altos, flexibilidad horaria y proyección laboral son las condiciones que más valoran los titulados que trabajan fuera

Saúl y Miguel, técnicos superiores de Aplicaciones Multiplataforma, en su trabajo en Holanda. // FdV

En marzo del año pasado, Saúl Pérez y Miguel Pereira estaban terminando en Vigo el ciclo superior de Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma, de la rama de Informática y Sistemas de Formación Profesional. Los dos años de estudio para convertirse en técnico superior en este campo, uno de los más demandados en la actualidad tanto en España como en otros países, llegaban a su fin. Era el turno de los tres meses de prácticas en empresa, las llamadas FCT, obligatorias para titular. A través del programa Erasmus Plus les llegó la oportunidad de demostrar lo aprendido en alguna compañía TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) de otro país. Holanda, por ejemplo.

Pensaron que era una buena oportunidad para conocer el sector desde otro país y para avanzar en su mundo laboral en inglés. Tres meses en otro lugar. Tampoco le dieron muchas vueltas, era una especie de aventura para culminar, y con muy buenas notas, el ciclo formativo que tanto les había gustado. De la misma clase en el IES de Teis, instituto en el que recalaron tras experiencias formativas previas para reciclarse y buscar un nuevo rumbo en su vida profesional, se fueron juntos a Eindhoven para seguir siendo compañeros, en este caso, no de pupitre sino de empresa. También de vivienda en una desconocida Holanda, para ellos.

"La beca para las prácticas era bastante escasa, 300 euros mensuales. Insuficiente. Nos quedamos tres meses más, con unas prácticas que hay para recién titulados. En ese periodo la empresa se enrolló y nos ayudaba; teníamos en total unos 1.000 euros mensuales", cuenta Saúl Pérez, con 26 años en la actualidad y natural de Bilbao. "Me mudé a Vigo hace unos cuatro años, donde estudié el ciclo. Ahora estoy en Holanda y de momento no me planteo regresar", expresa Pérez. Miguel Pereira, de Balaídos, probó suerte con el ciclo tras años trabajando en impresión digital. Tiene en la actualidad 29 años. Y de momento tampoco piensa en volver pese a que sus perfiles también son de los más demandados en Galicia y el resto de comunidades, con el auge de los puestos para profesionales STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).

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Tras los seis meses de prácticas se quedaron en esa misma compañía que los acogió como aprendices, centrada en ofrecer servicios de hosting a otras empresas. "Tanto en el trabajo como en la vida diaria el idioma principal es el inglés. Somos algo más de 20 personas en la empresa. En el caso de Saúl tenía un certificado de idiomas, un C2 creo. Había estado previamente en Polonia. En mi caso tuve que realizar un test en el instituto cuando preparamos todo el tema de venirnos a Holanda con la beca a través del programa internacional Erasmus Plus.Eso sí, desde que estoy aquí noto que he mejorado mucho en el idioma", comenta desde Eindhoven Miguel Pereira.

El ciclo que estudiaron, según ellos mismos explican, está muy orientado a programación y a gestión de datos. En la empresa holandesa no dudaron en ofrecerles trabajo tras el periodo de prácticas, con una remuneración superior a lo que calculan que recibirían en España por un puesto igual o similar. La versatilidad de los trabajadores formados en Galicia es muy apreciada fuera. "Aquí lo que te piden es que resuelvas, quieren gente que se valga por sí misma; que tengas ideas, que propongas. Valoran que seas autónomo y capaz de manejarte", expresan Pérez y Pereira. Además, cuentan con el consejo de los jefes para ver hacia dónde quieren ir guiando su trayectoria profesional, ya sea en la compañía o, en un futuro, en otra.

"Estamos contentos, no se trata solo del salario y del horario, que también; son las facilidades que te dan. Podemos viajar a casa cuando necesitamos, no hay problema con unir días al fin de semana. Y aquí podemos trabajar desde casa si queremos. Hay flexibilidad", cuentan Saúl y Miguel.

El horario laboral es el típico europeo: de ocho y media a cinco. "Paramos media hora para comer. Intentamos ir al gimnasio por la mañana, antes del trabajo. Después tienes toda la tarde para ti. El día te cunde mucho", expresa Miguel.

Empiezan a escuchar españoles por la zona en la que viven: "estamos en un loft en un edificio para estudiantes". "Aquí no hay muchos edificios altos sino casas bajas y si que es cierto que los españoles gritamos más cuando estamos en un bar o cuando vamos por la calle: nos localizamos perfectamente los unos a los otros pero de momento no hacemos vida juntos, cada uno va a su bola", cuenta Saúl.

Aprecian las condiciones del trabajo y también los detalles. "Por poner algún ejemplo, nos dejaron un coche de empresa para movernos por aquí. En Navidades el jefe nos sorprendió con un detalle a modo de plus en la nómina. Son este tipo de cosas", expresan los jóvenes. "Ah, y en las vacaciones, como íbamos a España, no estábamos para la cena de empresa. Pues los jefes organizaron unos días antes una cena con nosotros solos para que no nos quedásemos sin nuestra celebración de Navidad", recuerda Saúl. Habituarse a los horarios de las comidas les costó un poco. Ellos intentan llevar una vida similar a la que tenían antes: "somos bastante caseros". ¿Volver? "De momento no. Las condiciones aquí son muy buenas y con opción de mejorar", añaden.

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