El peso que logre Podemos, bien a través de la presencia de su marca, bien de la visibilidad de sus cargos en las listas electorales, determinará si se une a las mareas -existentes o nuevas- en los comicios municipales de mayo del año que viene, los primeros de este tipo a los que concurrirá tras renunciar a ellos hace tres años. Ese factor tensionará la reedición de las candidaturas de confluencia que en 2015 irrumpieron en Galicia y lograron las alcaldías de Santiago, A Coruña y Ferrol, símbolo del rupturismo y plazas que marcarán el grado de desgaste de un heterogéneo espacio debilitado por sus cuitas internas, pero que lidera la oposición gallega.

Los motores ya están en marcha en Podemos a la espera de una luz verde que se encenderá el sábado. Ese día se reúne el Consejo Ciudadano Estatal, es decir, la cúpula de Pablo Iglesias y los líderes autonómicos -también se celebran elecciones en 2019 en todas las comunidades salvo las tres nacionalidades históricas-.

El plan inicial pasa por autorizar a tomar una decisión sobre la fórmula para concurrir a las elecciones en función de las circunstancias de cada caso. En Galicia, el contexto resulta clave para entender la tensión prevista, pues Podemos se partió en Galicia en las autonómicas de 2016 entre el sector oficial que defendía no disolver su marca en En Marea, como establecía Pablo Iglesias desde Madrid, y quienes apostaban por integrarse en el partido instrumental sin condiciones de ese tipo. El líder morado aceptó esta última opción ante la negativa de sus socios a ofrecer otra vía. La gestión de acuerdos similares a nivel municipal en toda España supone un problema para el partido, según fuentes moradas.

Al margen de los conflictos internos en En Marea, por ejemplo a raíz de la portavocía única de Luís Villares, Podemos desea ganar visibilidad en la escena política acorde con lo que considera que aporta su marca.

Las opciones que se abrirán serán, en principio, tres, como adelantó este diario la semana pasada. Podemos planteará unas condiciones y, si se cumplen, podrá integrarse en mareas existentes sin incorporar sus siglas o bien sumándolas creando una coalición -añadiendo a ella a IU, en sintonía con el pacto Unidos Podemos-. Si no se cumplen, es poco probable que se presente en solitario debido al riesgo de lograr un mal resultado y ser visto como responsable de dividir el voto rupturista, pero no frenaría la creación de listas alternativas de sus bases dispuestas a presentarse por su cuenta con una especie de marcas blancas. Esos planteamientos, por cierto, chocan con el plan de En Marea, que apuesta por alentar el nacimiento de más mareas locales.

Aunque los comicios afectan a 313 concellos, las miradas se posarán en las ciudades. La relación de la dirección de Carmen Santos con la Marea Atlántica y Xulio Ferreiro es tensa, por lo que en este espacio se ve el planteamiento de Podemos como un pulso para ganar peso. En A Coruña, el alcalde ya ha anunciado que se presentará a la reelección solo con la Marea Atlántica. En Santiago es probable también que Podemos acepte sumarse a Compostela Aberta, mientras que Ferrol es una incógnita. En el resto de urbes todas las opciones están abiertas, si bien en Vigo lo probable es que se repita la marea.

Secretarios locales morados

Las negociaciones se abrirán mientras Podemos avanza en la renovación de su estructura municipal, que prevé eliminar direcciones locales en los municipios donde no supere los 50 afiliados con actividad habitual en el partido, lo que, para los críticos, reducirá la voz de responsables opuestos a Iglesias. La cúpula de este alega que existen secretarios en algunos ayuntamientos "elegidos por tres votos", según expuso ayer en un mensaje a las bases, lo que dejaría solo las ciudades con esos cargos. La existencia de círculos y asambleas locales no requerirá de quórum.