Hacer testamento para dejar constancia del destino de las posesiones materiales es una costumbre extendida, pero también suma cada día más partidarios el testamento vital, donde el interesado refleja por escrito y de forma anticipada su voluntad, para que se cumpla si está incapacitado para manifestarla, acerca de los cuidados y el tratamiento sanitario que desea recibir o, una vez llegado el fallecimiento, sobre qué hacer con sus órganos y tejidos o con su cuerpo. En Galicia solo durante el último año se han animado 1.150 ciudadanos más a registrar sus últimas disposiciones sobre cuidados paliativos, soporte vital o donación de órganos. Así lo refleja el Rexistro Galego de Instruccións Previas sobre Coidados e Tratamentos da Saúde, que reúne ya 7.200 de estos documentos, según informan desde la Consellería de Sanidade, lo que supone un 19% más que los contabilizados en diciembre del ejercicio pasado.

No obstante, Galicia todavía se encuentra en el furgón de cola del país en lo que respecta a materializar un gesto en el que se puede especificar, por ejemplo, la preferencia por no ser objeto de técnicas de soporte vital dirigidas solo a prolongar la supervivencia o la alternativa de recibir únicamente cuidados de confort y para aliviar al máximo el dolor, entre otras. Según los datos del Ministerio de Sanidad, fechados a octubre, solo 2,44 gallegos de cada mil toman esta decisión, cifra que solo es inferior en Extremadura (1,58), frente a 9,39 en Cataluña.

Tipo de instrucciones

El documento puede contener instrucciones acerca de los cuidados y tratamiento sanitario del otorgante y/o sobre el destino de sus órganos y su cuerpo. A juzgar por los porcentajes -más de un 99% especifica opciones sobre cuidados y tratamientos-, lo que más preocupa a los gallegos es dejar claro si lo que priman es no padecer dolor intenso e invalidante, si prefieren no prolongar la vida en situaciones clínicas irreversibles o si ponen el límite en la posibilidad de mantener independencia funcional suficiente para realizar las actividades propias de la vida diaria, entre otras alternativas. Un porcentaje inferior, un 64%, especifica que sus órganos y tejidos se utilicen en trasplantes, mientras que apenas uno de cada cuatro (el 27 por ciento) establece que su cuerpo sea donado a la ciencia para investigación.

La estadística recopilada durante los últimos años por el Sergas permite constatar que son las mujeres quienes se preocupan más por ponerse en lo peor y tomar decisiones al respecto antes de que sea demasiado tarde y no puedan. Ellas son las otorgantes en el 63% de los documentos de instrucciones previas que figuran en el registro autonómico gallego a 4 de diciembre de 2017 mientras que ellos protagonizan el 37 por ciento restante: 4.536 frente a 2.664 inscritos.

Los datos recopilados por el departamento dirigido por Jesús Vázquez Almuíña muestran también que la preocupación por la salud y el destino del cuerpo van asociados, de forma proporcional, a la edad. Dos de cada tres otorgantes superan el medio siglo de vida. En concreto, los de edades comprendidas entre los 51 y los 64 años suponen un tercio de los que deja clara su prioridad ante una enfermedad irreversible o invalidante, mientras que los que tienen 65 o más años suponen un 36 por ciento del total. En el 26 por ciento de los casos han superado la barrera de los 30 y están entre esa edad y los 50 y solo un 5% se preocupa por el asunto hasta el punto de dejarlo solucionado por escrito (aunque siempre puede revocarse) entre los 18 y los 30 años.

Otro dato estable es la procedencia. Las provincias occidentales, Pontevedra y A Coruña, acaparan la mayoría de los testamentos vitales registrados: la primera, el 32%, y la segunda, el 47%. Las instrucciones previas de lucenses son 11 de cada cien mientras que los ourensanos serían los más reacios, al suponer el 9%.

El que los documentos figuren en el Rexistro gallego (que está interconectado con los del resto de las autonomías para "garantizar" su eficacia en todo el territorio) posibilita, explica el Sergas, "facilitar" a los profesionales que prestan asistencia sanitaria que sepan que la voluntad existe y puedan consultarla. Aunque para ese momento la mayor parte de los gallegos se busca un refuerzo. Y es que el 83% de los que suscriben un documento de instrucciones previas -que exige ser mayor de edad, estar capacitado y actuar libremente- nombra en él a un representante para que, como explica la Xunta, "llegado el caso, sirva como interlocutor con el médico o con el equipo sanitario que presta la asistencia para procurar el cumplimiento de las instrucciones previas".

Datos de años previos muestran que la opción que suele preferirse para formalizar el testamento vital es el recurso a tres testigos (al menos dos no pueden tener relación de parentesco hasta el segundo grado por consanguinidad o afinidad ni estar vinculados por relación patrimonial con el otorgante.) También puede hacerse ante notario o ante un funcionario del Rexistro previa cita.

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