La confección de la ejecutiva del PSdeG se suele adentrar en la madrugada y la que acompañará a Gonzalo Caballero al frente de los socialistas gallegos no es la excepción. Al cierre de esta edición, estaban atascadas las negociaciones entre el nuevo secretario xeral y el portavoz parlamentario del PSdeG, Xoaquín Fernández Leiceaga, para que el segundo, después de retirar su lista en las primarias, y así impulsar la victoria del primero, integrase a los suyos en el nuevo equipo directivo.

Según fuentes socialistas, Leiceaga habría apoyado a Caballero a cambio de "una composición equilibrada" en la futura ejecutiva, pero el nuevo líder solo le ofreció la presidencia del PSdeG y puestos de segundo nivel para parte de su equipo, lo que el portavoz parlamentario habría rechazado.

Al filo de la medianoche, los contactos estaban tan bloqueados que ya se barajaba a la expresidenta del Parlamento Dolores Villarino para el puesto de Leiceaga, si este se mantenía en sus trece. Los otros nombres que se daban casi por hecho, a falta de cerrar o romper definitivamente el acuerdo con Leiceaga, eran el diputado lucense José Antonio Quiroga como secretario de Organización y el abogado coruñés Pablo Arangüena como uno de los vicesecretarios generales. Los dos son de la máxima confianza de Caballero. Habría otra vicesecretaría general y podría estar reservada para una mujer.

También se barajaban ayer como posibles integrantes de la nueva dirección el portavoz del PSOE en Arteixo, Martín Seco, y la periodista e hija del histórico Ceferino Díaz, Noa Díaz. Y también son próximos a Caballero.

El nuevo secretario xeral podría llegar mañana a la votación con una dirección a su medida, y soslo integrada por los suyos, pues también mantuvo contactos, pero infructuosos, para contar con alguien del equipo de Juan Díaz Villoslada, quien sumó el 42% de los votos en las primarias. Si se rompen definitivamente las negociaciones con Leiceaga, el nuevo secretario xeral afrontaría la clausura del congreso y el arranque de su liderazgo con menos apoyos con los que arrancó el cónclave.

Caballero prometió una ejecutiva integradora pero fiel al espíritu de renovación que pidieron las bases con su elección, lo que significa que no atenderá a intereses personales ni locales ni buscará un "reparto de cromos", como indicó en varias ocasiones.