Por amor a Amytis mandó construir Nabucodonosor los jardines colgantes de Babilonia, y por devoción a la botánica el vigués Francisco Sales Covelo creó su propio monumento a los árboles y las plantas. Lo hizo en el número 52 de la Avenida de Europa hace más de medio siglo. Se llama Sales Xardín Arboretum, hoy de la Fundación Sales, y cuenta con más de 800 especies, desde el nenúfar más caprichoso (nace macho y muere hembra) al árbol más romántico ( Cercis silicuastum o árbol del amor). El domingo se salvó del fuego gracias a un batallón de manos y calderos que, de forma voluntaria, impidieron el avance de las llamas. "Aparecieron de repente más de 200 personas" con los útiles que tenían en casa, dice Elizabeth Ann Taylor, vocal y patrona de la fundación. "Si no es por ellos..." Si no es por ellos el nenúfar Victoria cruziana no habría vuelto a amanecer. "Fue muy emocionante".

El lunes el jardín amaneció entre el olor a humo, el sobresalto y "una policromía de cubos y tinas", describe el presidente del patronato, Alfonso Paz-Andrade. Los rescoldos de una noche de infierno y "pelea amateur". En las puertas de la Fundación quedaba hasta una nevera de playa, que había circulado la noche anterior por decenas de manos para transportar agua. "Somos conscientes de que, sin la ayuda de la población que luchó desesperadamente contra el avance del fuego, podría haber desaparecido una gran parte de la biodiversidad del jardín". Perdió parcialmente uno de sus símbolos, el Corymbia ficifolia o eucalipto rojo, que llegó a Vigo de Australia hace 70 años y que Taylor confía en que se pueda recuperar.

El jardín abrirá sus puertas a toda la ciudadanía hasta el sábado como muestra de agradecimiento a la ciudad. "Creemos que aquello que se conoce se quiere y se respeta más. Por suerte todo quedó en un susto".