Vigo fue ayer un ejemplo de valentía y solidaridad. Casi todos los barrios y parroquias de la ciudad contaron con la inestimable ayuda de sus vecinos para enfrentarse a las peligrosas llamas que amenazaban viviendas, granjas, polígonos industriales, colegios o campos de fútbol. De no ser por ellos, los daños finales hubiesen sido mucho más devastadores.

Una de esas movilizaciones improvisadas se dio en Sampaio. Numerosos residentes de la zona abandonaron sus casas con el único objetivo de protegerlas. Así, decenas de ellos formaron cadenas humanas de doble sentido para transportar cubos de agua llenos y vacíos en ambas direcciones. La consigna era clara: perder el mínimo tiempo posible entre que cada recipiente se llenaba y era arrojado al fuego. La coordinación fue casi perfecta y las llamas comenzaron a perder fuerza con el paso de los minutos. Ya de madrugada el incendio quedó totalmente controlado gracias a la colaboración vecinal.

Los efectivos de bomberos desplazados se apoyaron en los residentes para organizar el operativo. Las enormes mangueras que portaban los camiones eran sujetadas por varias personas para que no se perdiera fuerza en el agua. Agotados tras sofocar el incendio, los presentes se aplaudieron unos a otros por la labor realizada y por haber salv ado sus propios hogares.