La pesadilla comenzó sobre las 12 de la noche del sábado. Fue en la zona de O Valado, en la parroquia de Nespereira. Cuando los vecinos alertaron del incendio forestal, el fuerte viento ya había extendido las llamas a los lugares próximos de Alvite y Zoce. De ahí saltaron a Cepeda y Amoedo, mientras por el otro extremo del municipio llegaba una lengua de fuego desde Padróns, en Ponteareas. "Fue horroroso, como si lanzaran una bomba", resumía una residente en Nespereira. Junto a ella, vecinas de la zona recordaban todavía con el susto en el cuerpo la impotencia ante el fuego.

"Aínda pensei que plantaba o fogo en nós", comentaba otra señora de Nespereira, la parroquia que se llevó la peor parte en Pazos de Borbén. Durante dos noches y un día, jóvenes y mayores se unieron para atajar con mangueras, cubos y baldes de agua el infierno que se les venía encima. El denso humo que enseguida cubrió el valle "no te dejaba mirar nada", cuentan. La prioridad era mantener a las personas a salvo, después las casas.

Al huracanarse el viento a lo largo del domingo, no tenían respiro. "O lume bailaba. Mirabas muxicas voar polo aire e prender máis aló", señala una testigo. Aseguran que el fuego cambió de dirección hacia Reboreda, y luego a Amoedo. Ayer por la mañana ardía el monte Galleiro. "Se quemaron algunas casas pero ya estaban viejas, hace tiempo que ahí arriba no vive nadie".

En el centro la localidad, el trasiego de los camiones militares y las patrullas de la Guardia Civil evidenciaban que el peligro acechaba. Pazos amaneció bajo un humo irrespirable y el nerviosismo era patente en la calle. Sin embargo en el centro de salud aseguraban que no habían tenido que atender ninguna emergencia, ni por quemaduras ni por inhalaciones tóxicas.

En Fornelos de Montes también fue agitada la mañana. El fuego amenazaba casas en el lugar de Pardelongas, mientras helicópteros sobrevolaban Oitavén. Durante la noche el mayor peligro estuvo en San Mauro, algunos de cuyos habitantes fueron evacuados y trasladados al multiusos. Los lugareños miraban al cielo esperando más que nunca que llegase la lluvia, apenas perceptible a mediodía. "Este incendio ha sido peor que el de hace once años", repetían en la comarca.