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La sequía lamina las setas

La falta de lluvias deja los sotos yermos de hongos por segundo año consecutivo y los pocos que hay son de mala calidad

Un joven recoge una seta. // Gustavo Santos

"Hay poquísima humedad, no es suficiente para que salgan", resume la directora del Laboratorio de Micoloxía de la Universidade de Vigo, Marisa Castro. Lo poco que aparece -algún champiñón y alguna macrolepiota- es de escaso tamaño y, además, viene con bicho, a causa de las altas temperaturas y de la sequedad de la tierra.

Coincide en el diagnóstico María José Ceballos, representante en Ourense y Portugal de la empresa zamorana Honza. Variedades como la manita caesaria, que debían haber empezado a salir a finales de agosto, no habían aparecido a finales de septiembre, y se teme que ya no crezcan. En un año normal, explica, a estas alturas podría estar recogiendo de manos de los distintos recolectores que abastecen su compañía entre 500 y 1.000 kilos al día de boletus. Actualmente apenas consigue reunir 15 kilos en dos días. "El año pasado ya fue muy malo, pero no tanto como este", sentencia.

La escasez tampoco está conllevando un precio más elevado, porque las setas que hay, comenta Ceballos, están deshidratadas, agusanadas e infectadas por babosas.

El de las setas es un sector poco profesionalizado en Galicia, pero sí que hay mucha gente para la que la recogida supone una importante inyección de ingresos extra, con trabajadores de otros ámbitos que incluso piden las vacaciones por estas fechas para salir al bosque para completar sus nóminas.

La profesora de la universidad viguesa estima que en los años de bonanza la comercialización de hongos podía mover hasta 50 millones de euros anuales en la comunidad. Pero ante una situación de sequía como la actual "no hay qué hacerle", porque aquí no existe planificación como en otros zonas de España y de Europa, que disponen de sistemas de riego e infraestructuras que dan una cierta estabilidad a la producción.

La situación es similar en toda Galicia -también en el resto de España e incluso de Europa-, pero se agrava en la comarca de Verín, muy castigada este año por los incendios forestales. Los sotos arrasados por el fuego tardarán años en volver a ofrecer setas y castañas, dos fuentes económicas importantes en la zona.

Se puede salvar la temporada

La directora del Laboratorio de Micoloxía explica que si en las próximas semanas vuelven, al final, la lluvias intensas y persistentes a la comunidad aún se podría salvar parte de la temporada. El problema es que si se retrasan mucho las precipitaciones, el frío del invierno impedirá la salida de los hongos. En los últimos años, añade, el aumento de las temperaturas y la tardanza de las lluvias están demorando los procesos de crecimiento de estas especies.

La representante de la empresa zamorana también denuncia la falta de control, por parte de la administración, de prácticas poco respetuosas con el ecosistema, como el uso de rastrillos, la destrucción de las especies que no son de interés o la recogida con bolsas de plástico, que impiden que las esporas caigan en la tierra y crezcan luego en forma de hongos.

La castaña evita el desastre

Otro producto típico del otoño podrá salvar la campaña, pese a que en primavera la previsiones no eran nada halagüeñas. Eso sí, en zonas concretas de Ourense como Viana o Vilariño de Conxo, la heladas de abril sí que echaron a perder alrededor de un millón y medio de toneladas de las variedades más tempranas, que también son las que tienen un mayor precio de mercado, detalla el secretario de Agricultura de Unións Agrarias, José Ramón González.

Además, la falta de agua provocó en esta zona que los frutos que resistieron las heladas no se hayan desarrollado según lo habitual y sean más pequeños.

En el resto de Galicia -Lugo y Ourense son los principales productores- la campaña se situará cerca de lo normal, de acuerdo al presidente de la Indicación Xeográfica Protexida Castaña de Galicia, Jesús Quintá.

Este, con todo, alerta de un serio problema de futuro para el sector, al margen de la meteorología: la avispilla del castaño. De momento su incidencia es limitada, pero si no se actúa, asegura, en un lustro puede destruir hasta el 90% de la producción, como ya pasó Italia. Por ello, reclama la suelta masiva del antagonista que la extermina. La castaña gallega genera un valor de mercado de 100 millones al año.

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