Las comunidades de montes vecinales de Arcos, Ponteareas, San Lorenzo y Bugarín, en el concello de Ponteareas, han organizado patrullas vecinales para evitar que los incendiarios prendan fuego en el emblemático monte de A Picaraña, unas 400 hectáreas de monte ordenado, con especies autóctonas y que es el principal pulmón verde de la villa ponteareana.

El operativo se activa en los momentos de máximo riesgo, cuando la posibilidad de que el monte arda es muy alta. Distribuidos en tres turnos, los vecinos vigilan el monte prácticamente las 24 horas del día, y fundamentalmente durante las horas de mayor riesgo.

Explica el secretario de la Comunidad de Montes de Arcos, Roberto Mera, que en los diez años que llevan con el sistema en marcha nunca hubo ni un conato de incendio ni incidente alguno.

La idea surgió en la ola de incendios de 2006. La consellería de Medio Rural había puesto en marcha un programa piloto de vigilancia vecinal en toda Galicia en el que participaron los vecinos de estas parroquias. El plan autonómico no prosiguió, pero estas comunidades lo mantuvieron con sus propios medios. "De hecho aún conservamos los chalecos que nos habían facilitado, junto con otro material como linternas y bate fuegos", indica Mera.

El plan de vigilancia se lleva a cabo con voluntarios. Cada año, cuando llega el calor fuerte y el monte está seco, se ponen en marcha los turnos, y funcionan entre 7 y 20 días. Este viernes se cumplen 15 días del operativo en marcha este verano, pues las condiciones fueron muy propicias para que se prendiese fuego. Los vigilantes se desplazan a lugares muy concretos del monte, especialmente en las entradas de pistas por donde acceden los coches y se controlan los vehículos que acceden y los que salen. También se patrulla a pie por otras zonas del monte para controlar a las personas que puedan acceder caminando, como mínimo en grupos de dos.

"Lo que buscamos en primer lugar es un efecto disuasorio, por eso incluso publicamos que está en marcha el operativo, y colocamos carteles indicando del riesgo extremo existente", afirma Mera.

Con las patrullas se consigue además disponer de información en tiempo real de la situación del monte ya que los puntos de control se comunican entre sí. Actualmente los vigilantes se informan con teléfonos móviles y mensajería instantánea, de manera que se sabe si un coche que ha entrado en la zona vigilada ha salido de la misma, aunque lo haga por lugar diferente.

"Una persona que quiera prender fuego, sabe que estamos y no lo hace, y sabe que si lo hiciera disponemos de información para que las autoridades puedan investigar ese incendio", apunta el secretario de la comunidad de Arcos.

A lo largo de los últimos 11 años de vigilancia vecinal, contando el proyecto piloto de la Xunta, no se produjeron conatos en los momentos en los que el monte estuvo controlado, y la zona no registró fuegos. Con el plan de vigilancia, además las comunidades consiguen que los vecinos renueven su compromiso con el cuidado del monte.

Por otra parte se han ejecutado otras medidas como desbroces y la colocación de depósitos para carga de agua de camiones y de helicópteros.