La esperanza de vida de un bebé que nazca ahora en Galicia es de 82,72 años. Aunque los gallegos no pueden quejarse, porque pertenecen al club de los más longevos, puede parecer insuficiente cuando se echan cuentas del tipo "cuánto dedicamos a dormir", un gesto necesario que puede ocupar una cuarta parte de la existencia, unos 20 años. La cifra impresiona, pero hay otra que no tiene mucho que envidiarle y es la llamada "esperanza de vida en educación", y que, al igual que su prima vital, va en aumento. Con ese concepto se define el número medio de años que previsiblemente se pasará una persona de 5 años que accede ahora al sistema educativo y en Galicia son nada menos que 18,8.

La cifra no es solo una de la más elevadas del Estado, solo superada por comunidades como La Rioja (líder absoluta con 21,8 años), Madrid (20), Castilla y León (19,8) y Euskadi (19,6), sino que es casi tres años superior a la registrada hace dos décadas, con datos oficiales del Ministerio de Educación. Así, un niño gallego que iniciase su andadura en el sistema educativo en el curso 2014-2015 -los datos analizados por el Gobierno-, permanecería en las aulas en teoría hasta los 23,8 años, más que un compañero de su edad alemán (que estaría hasta los 23,4) y por encima de la media de la OCDE, mientras que los que iniciaron su periplo escolar en 1996-1997, cuando la referencia de partida no eran 5 años, como se mide ahora para adaptarse a la OCDE, sino 6, estaba destinado a sentarse en un aula durante 15 años, es decir, hasta los 21, casi tres menos.

La tendencia a engordar del intervalo que pasa un ciudadano pegado al pupitre no es exclusiva de Galicia, sino que se ha dado en todas las comunidades, señalan desde el Ejecutivo central. De sus datos, que se calculan a partir de la población escolarizada en el curso de referencia, se deduce que solo durante la crisis, desde 2007-2008 a la actualidad, la estancia en las aulas se acrecentó en 2,4 años. Una de las explicaciones puede residir en la coyuntura económica, que obligó a muchos jóvenes a volver a las aulas, a veces para conseguir un título que no obtuvieron en su momento y en algunos casos para cursar una segunda carrera o una especialidad de FP tras la universidad.

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De forma paralela se reduce el abandono educativo temprano, un indicador que en Galicia logró, según las últimas mediciones del IGE, quedarse por tercer trimestre consecutivo por debajo de los 15 puntos, que es la línea roja de la la UE.

Pero los gallegos no solo están cada vez más atrapados en el sistema educativo por arriba -Galicia además ostenta el récord de porcentaje de universitarios que no dejan la facultad al finalizar el grado, sino que van también a por el máster, tres de cada diez-, sino también por abajo, dado que cada vez menos progenitores disponen de tiempo para cuidar a sus hijos y, de rebote, cada vez son más los pequeños que se escolarizan -van a la guardería- antes de que sea obligatoria su escolarización.

A ellos también dedica su análisis Educación para destacar cómo los gallegos recurren a las guarderías o escuelas infantiles más. Así, casi el 16% de los bebés menores de un año van a la guardería, el segundo porcentaje más alto, y sucede lo propio con el 41,4% de los que han cumplido un año (tercer porcentaje más elevado), el 65% de los que hicieron dos (Galicia también es tercera) y casi el 87% de los de tres (segunda). Entre los 0 y 5 años los gallegos pasan de media 4,1 años en lugares donde, dice el Gobierno, se contribuye "a su desarrollo físico, afectivo, social e intelectual". Para Educación, la escolarización en Infantil incide en una mejora del rendimiento posterior, pero esos 4,1 años se sumarían a los 18,8...

Claro que, según el sociólogo Miguel Requena, esa inversión temporal en educación conlleva un aumento de la esperanza de vida de casi cuatro años, para compensar. Y además es una vacuna contra el paro.