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Dos tercios de los emprendedores gallegos lo son por obligación

Casi un 28% es trabajador por cuenta propia por falta de oportunidades laborales y otro 27% lo hace por cuestiones familiares -Su principal queja es la "elevada" carga fiscal

Hugo Barreiro

La crisis deja en herencia una obsesión por el emprendimiento. Es la tendencia de moda en el empleo. Un camino para el desarrollo profesional, a menudo vinculado a la eclosión de las nuevas tecnologías, a la metamorfosis en las pautas de consumo de la sociedad que requieren empresas especializadas en determinados productos y servicios y, en general, a la innovación como hilo conductor del tan ansiado cambio de modelo productivo. Pero detrás de esa, a veces, oportunidad, hay también mucho de obligación. La economía está demostrando que la recuperación de los niveles de ocupación previos a la doble recesión va para largo, a pesar de crecer por encima del 3%. Se crean puestos a una velocidad muy inferior a la que se destruyeron. ¿Quién quiere en Galicia lanzarse con un negocio por su cuenta para evitar el paro? Pues muchos menos de los que podría pensarse. Apenas un tercio de todos los emprendedores de la comunidad se puso al timón de un proyecto porque realmente quería.

De los más de 200.000 trabajadores por cuenta ajena que había en la región el pasado año, la mayoría carecía de otra alternativa para embarcarse en el mercado laboral o sus circunstancias personales no le daban mucho margen para elegir. Unos 56.600, el 27,6%, lo achaca directamente a la "falta de oportunidades atractivas de empleo", según los datos que acaba de publicar el Instituto Galego de Estatística (IGE).

A otro elevado porcentaje, el 27,3% (55.920), prácticamente le vino dado por cuestiones familiares. Para seguir "la tradición" o para continuar con un negocio de sus parientes. El 3% (9.600) quería más independencia; el 2,8% (5.800) buscaba mayor flexibilidad en el horario de trabajo; y otro casi 2,8% (5.700) demandaban mayores ingresos.

El espíritu emprendedor como principal razón está en solo el 21,2% de los casos. En los 43.500 gallegos que tenían "ilusión por hacer algo propio". Y en un 13,6%, alrededor de 28.000 trabajadores con sentido práctico a los que se les cruzó "una buena oportunidad de negocio".

Aunque no son muy grandes, hay unas cuantas diferencias en las razones por las que hombres y mujeres se ponen a trabajar por su cuenta. Por ejemplo. En ellas pesa más la ausencia de alternativas: el 29%. Son también más a la hora de buscar mejores condiciones de horario (4,1%, frente al 2% de los hombres); y en el objetivo de sumarse al negocio familiar: casi un 31%, mientras que en ellos representa el 25%.

¿A más formación, más inquietud o más necesidad para emprender? No. Más de la mitad no pasaron de secundaria. El 17% se quedó a las puertas de las etapas de educación superior, con la que sí cuenta el 32%. Las distancias se acortan en el análisis concreto de los empleados por cuenta propia que sí ansiaban llevar un negocio. El 48% acumula una formación mínima y el 36% pasó por la universidad.

Dar el salto, sin embargo, no blinda el futuro de quién se ocupa por sí mismo. La lista de inconvenientes que narran en su día a día durante el último año es larga. Principalmente preocupa la "elevada" carga fiscal. A los impuestos apunta el 40% de los autónomos gallegos. Para el 21% el gran obstáculo son los periodos con pocos clientes, trabajo y, por lo tanto, caída de ingresos. Casi un 9%, según el IGE, se queja de la falta de financiación. Y un 8,2% de que las horas de trabajo son "excesivas".

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