Hay que rebuscar mucho en la hemeroteca para encontrar una foto del presidente de la Xunta y el ministro de Hacienda, más allá de ocasiones puntuales casi siempre ligadas a actos de Estado. Pero más difícil es todavía dar con una declaración de Alberto Núñez Feijóo o Cristóbal Montoro con las alabanzas que los cargos de igual color político tienden a dedicarse. Quizás es solo casualidad. O, quizás, el síntoma de que el duelo financiero que llevan protagonizando casi desde que los dos son lo que son tiene poco de artificio.

A Feijóo no le sentó bien la manía persecutoria de Montoro para que Galicia accediese a financiarse con el FLA desde su creación en 2013. Hacienda sacó una comunicación pública que estimaba un sobrecoste para la comunidad de 85 millones. "No hemos comprobado que el FLA sea más barato y hemos cumplido el déficit. No me veo en la necesidad de ser tutelado cuando estoy cumpliendo mis obligaciones", le respondía el jefe del Ejecutivo autonómico a diario.

El tono se recrudeció con la posibilidad de condonar deuda a esas comunidades que estaban en el FLA. La guerra en este caso tuvo dos batallas. Una primera que se saldó en tablas. Feijóo se plantó en la víspera del Consejo de Política Fiscal y Financiera que acabó otorgando financiación a coste cero a Galicia y Canarias, con el déficit atajado, para compensar el gesto a las incumplidoras. Y un segundo enfretamiento este mismo año cuando el tema volvió a salir de cara a la reforma de la financiación autonómica. "Un agresión multimillonaria" y "una temeridad", llegó a decir un indignado presidente de la Xunta, que no dudó en plantarle cara a Montoro en este tiempo por los embargos a los emigrantes retornados, la carta por el retraso puntual en el pago a proveedores -"Les hemos respondido que van bien, gracias", ironizó- e incluso por la gestión del déficit y la supuesta falta de control de Hacienda. "Si se hubiera hecho con intensidad en los últimos años, estaríamos en una situación mejor como país y como comunidad autónoma", aseguraba.