Eva Solla (Vigo, 1984) aparcó en 2012 su trabajo de enfermera para formar parte de AGE, la coalición entre la Anova de Xosé Manuel Beiras y la Esquerda Unida (EU) de Yolanda Díaz que sembró el germen de las confluencias actuales, inspirando incluso el nacimiento de Podemos. Solla repitió en la Cámara el año pasado y es vicepresidenta segunda de la Mesa, el máximo cargo de En Marea. El 3 de junio relevará, por "responsabilidad", a Díaz como coordinadora xeral de EU, con dos mil militantes, con la aspiración de impulsar la "unidad popular" y evitar que En Marea funcione como una organización tradicional.

- ¿Resulta más complicado ahora liderar EU debido a las alianzas de fuerzas de izquierda frente a una única organización a dirigir?

-No, probablemente el panorama político sea más complejo. Es un momento distinto.

- ¿Desaparecerá EU de las instituciones como marca ante la apuesta por las confluencias?

-Lo relevante no es la marca. Como Esquerda Unida, aportamos algo muy importante: el aspecto cualitativo, los cargos y la capacidad de propuesta. Estuve en AGE y estoy en En Marea y todo el mundo sabe que soy de EU. No es un problema; de hecho, antes teníamos menos representación. EU nunca se diluyó en nada. Decidimos ceder la posibilidad de presentarnos por el interés común.

- Luís Villares se alió con los sectores minoritarios para conquistar la portavocía de En Marea y su organización y las direcciones de Anova y Marea Atlántica se quedaron fuera de la coordinadora. Algunos representantes intentarán tumbar esas decisiones en el plenario de julio. ¿Romperá el partido instrumental?

-Desde EU nunca escondimos nuestro disgusto con cómo se eligió la coordinadora, pero apelo al sentido común de todos: lo relevante es la respuesta a los problemas de los trabajadores. Eso debería hacer que se retomase el camino de debate político y hacia posturas firmes de izquierda.

- Parece que ese choque ha generado heridas personales.

-No todos los que empezamos este camino estamos conformes. Algunos ya tenemos una organización y buscábamos un espacio común y no una estructura de partido tradicional. Eso ya lo tengo: el Partido Comunista y una organización, EU. La fórmula jurídica es una excusa de quien no quiere dar un debate real. Lo relevante son las propuestas políticas y cómo puede participar la gente. Pero creo que hay forma de retomar ese camino. Y nos equivocaríamos si alguien tomase esto como una cuestión personal.

- ¿Es Villares el responsable?

-No. Cada uno tendrá más o menos, pero nunca hay una responsabilidad única, igual que si defendimos que no debería haber liderazgo único.

- ¿Qué piensa al ver en la coordinadora a Consuelo Martínez, que fue su compañera en AGE hasta que se fugó al grupo mixto?

-Decidió abandonar un proyecto común y las diferencias no se resuelven así. Evidencia el daño que se hizo a los proyectos de confluencia. Si uno regresa a ellos, podríamos habernos ahorrado mucho trabajo interno y muchos titulares. Resulta bastante triste que tuviésemos que sufrir ese camino. No compartí esas actitudes, que chocan con la ética de la que nos dotamos en En Marea.

- ¿Qué le parece que Beiras acusase a Yolanda Díaz de haberlo "traicionado"?

-Las críticas no constructivas no son buenas, pero cada uno es dueño de sus palabras. Esas cosas restan. Da igual quién las haga.

- ¿Qué le resta al rupturismo para dar un salto y disputarle al PP su hegemonía y, al menos, mantener los gobiernos locales más representativos en 2019?

-La unidad popular no era lo que estábamos haciendo hasta ahora, ensayamos una parte, la convergencia electoral, pero es más amplia. Lo más importante es conectar con la calle. Si el PP tiene mayoría absoluta, es que llega mejor. Hay que hacer autocrítica.