Cualquier persona que desee incorporar a su vida la compañía de un perro debe saber que las distintas legislaciones vigentes establecen una serie de requisitos a las aspiraciones de quien quiere convertirse en dueño de un can.

Para empezar, todos, sin excepción, tienen que ser censado a nivel municipal dentro de sus tres primeros meses de vida. De esta forma, el perro pasará a estar identificado según establece el sistema de marcaje legalmente establecido, contará con un documento identificativo, en los casos que corresponda, y tendrá que ser inscrito en el Rexistro Galego de Identificación de Animais de Compañía (REGIAC), que en Galicia incluye a 461.500 perros.

En el caso de los perros potencialmente peligrosos -como los de raza Terrier, Pitbull, Dobermann o Rottweiler, entre otros - las exigencias son bastante mayores. Para su tenencia se requiere de la obtención previa de una licencia administrativa, que otorgan los concellos, y para cuya concesión el propietario tiene que suscribir un seguro de responsabilidad civil. Además, estos perros deberán ser inscritos en el Registro Municipal de Animales Potencialmente Peligrosos municipal, una vez que sus dueños obtengan la autorización, y deberán estar identificados a través de un microchip.

Una vez que el perro ya sea parte de la familia, tampoco se debe bajar la guardia. Quienes los lleven a pasear por la calle tienen la obligación de ponerles bozal, si pertenece a una raza potencialmente peligrosa, y correa y un collar identificativo en el que conste el nombre de su propietario, en todos los casos. Además, los dueños no deben olvidar recoger los excrementos de los animales en aceras y vías públicas si no quieren exponerse a una sanción con multas de entre 100 y 500 euros. Esta misma cantidad es la que se preveé para quienes no realicen un cuidado apropiado de sus perros, descuidando sus condiciones higiniéco-sanitarias, no facilitando la alimentación y la bebida que precisan o transportándolos de forma inapropiada o en maleteros no adaptados.