A la hora punta del mercadillo de los miércoles en Valença, entre las 12:00 y las 13:30, las tiendas montadas parecían un campamento en el desierto.

"Yo sabía que habría menos gente, pero si se esto no vengo a perder el tiempo", asegura un vendedor de bolsos.

Dice que pensaba que las medidas de control fronterizo provocarían una reducción de un diez por ciento "pero no de un 70%".

La indignación hizo mella en los vendedores, todos portugueses, a medida que avanzaba la mañana. "Esto lo hacemos por demostrar, para decir que controlamos, pero no sirve para nada... Si alguien quisiera atentar ya estaría dentro hace meses...", decía otro de los comerciantes. Casi todos creen que la medida de instaurar la frontera es desproporcionada "se podía vigilar manteniendo las cosas como estaban"

Una de las compradoras, que llegó desde Vigo lo hizo sin saber que el control era provisional. "Es la primera vez que vengo y si supiera que tenía que sufrir esa retención compraba en el Corte...". El miércoles todo volverá a la normalidad en el mercadillo.