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Apuntes y salario, insólito combo para los universitarios

La normativa dificulta a los estudiantes la conciliación laboral -Menos del 2% cursa un título de Grado a tiempo parcial

Simón Espinosa

Los datos contradicen uno de los argumentos esgrimidos por las instituciones educativas para defender la pertinencia del modelo único europeo de estudios universitarios -el Plan Bolonia- cuando las protestas por su implantación tomaron las aulas universitarias gallegas. La inclusión del derecho del estudiantado a "una atención que facilite compaginar los estudios con la actividad laboral" como una de sus metas impulsoras no ha dado el salto del papel burocrático a la realidad de los campus.

El pasado curso, solo 883 estudiantes del sistema universitario gallego, con 50.838 matrículas en el conjunto de las titulaciones de Grado, cubrieron las casillas del formulario para la modalidad de tiempo parcial. Es decir, solo el 1,73% del total de estudiantes de carreras universitarias cursó sus estudios bajo un régimen -que permite la evaluación en un mínimo reducido de materias- surgido con el supuesto objetivo de garantizar la compatibilización del estudio con el trabajo. Si el análisis se amplía a los últimos seis cursos, es decir, hasta cuando finalizó el plazo para que las universidades españolas remataran su adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, las cifras apenas varían. El acumulado del periodo suma solo 4.039 estudiantes en este régimen frente al total de 240.509 matriculados.

Además de la evidente huella de la tasa de desempleo juvenil -del 17,7% en el primer trimestre del año entre los gallegos de 20 a 24 años-, una ojeada al compendio de requisitos que rigen esta modalidad ayudan entender por qué apenas cuenta con protagonistas. Las nuevas metodologías de evaluación y vinculación del alumnado con las universidades, reguladas autónomamente por estas a través de las "normativas de permanencia", parecen no estar favoreciendo a quienes quieren o precisan trabajar sin renunciar a su formación universitaria.

En primer lugar, porque el estudiantado que se encuentre en esta situación pierde buena parte de su capacidad de decisión sobre el modo y los tiempos con los que quiere gestionar su plan académico. Desde la aplicación de Bolonia, el sistema regular es el de tiempo completo, por lo que contar con un currículum de materias más reducido que el ordinario ya no queda, como sucedía con las licenciaturas, al -relativo-libre albedrío del estudiante.

Ahora la materialización de esta posibilidad depende de una autorización de los órganos universitarios, a la que el demandante solo puede aspirar, además, si encaja en supuestos muy concretos.

En el caso de quien pretende acceder a esta excepción porque dispone de trabajo --pues también pueden pedir esta modalidad personas que cuiden a dependientes, sean deportistas de alto rendimiento, posean cierto grado de discapacidad o tengan necesidades educativas especiales, entre otras causas-, tendrá que parar a leerse la letra pequeña antes de hacerse ilusiones. En la UDC, por ejemplo, el vínculo laboral debe tener una duración mínima de 90 días para ser considerado un supuesto justificable, a pesar de que el encadenamiento de contratos es la norma para la juventud trabajadora.

Además, quien solicite esta modalidad debe también adaptarse al mínimo de materias matriculadas que exige cada universidad. Aunque las diferencias no son grandes, la regla general parece clara: cuanto más amplio es el margen ofrecido, también mayor es el porcentaje de matriculados.

La Universidade de Santiago, que establece el mínimo más elevado con 30 créditos anuales para cursar a tiempo parcial, es la que tiene menos estudiantado en esta modalidad a pesar de contar con la comunidad estudiantil universitaria más grande de toda Galicia. Desde el curso 2009-20010 al pasado, solo 177 estudiantes de los casi 100.000 matriculados en estudios de Grado durante este periodo -el 0,18%- lo hicieron a tiempo parcial. Mientras, el menor número de materias precisas -entre 24 y 48 créditos- en las universidades de Vigo (Uvigo) y Coruña (UDC), se traduce en cifras también levemente superiores en el número de matriculados. Si en la institución viguesa el pasado curso 274 alumnos se inscribieron en esta modalidad --el 1,66 % del total-, en la coruñesa fueron 589, algo más del 4% del conjunto de alumnos.

Si bien es ligera la carga de materias, que oscila de las cinco anuales de la USC a las entre cuatro y ocho de la UVIGO y la UDC, el alumnado a tiempo parcial tiene que completar el mismo volumen total de créditos que sus compañeros. Por tanto, su horizonte de finalización de los estudios puede llegar a ser del doble que en la modalidad corriente, lo que, en estos tiempos de competencia extrema, parece poco atractivo.

Dolores González - Vicerrectora de Estudiantes de la Universidade de Vigo

"El aumento del tiempo exigible en el aula dificulta que se estudie y trabaje a la vez"

La vicerrectora de Estudiantes de la Universidad de Vigo, Dolores González, admite que el planteamiento de los estudios universitarios introducido por Bolonia, en el que "hay un componente práctico mucho mayor y cobra más peso la evaluación continua frente a los exámenes", dificulta que se concilie la vida laboral y académica si se estudia bajo la modalidad ordinaria: "El aumento del tiempo exigible a un alumno para que esté presencialmente en clase hace más difícil, aunque no imposible, que se trabaje a la vez, sobre todo si es una ocupación a tiempo completo".

En lo que se refiere a la matriculación parcial, aunque reconoce el carácter anecdótico de sus cifras,la vicerrectora cree que sí favorece la compatibilización.Únicamente, considera que son necesarios ciertos cambios en el corpus de circunstancias consideradas como acreditables para acceder a esta condición. A este respecto, explica que la actual normativa de permanencia de la universidad viguesa -aprobada en 2013- está siendo revisada para, entre otros objetivos, incorporar la posibilidad de que las distintas facultades y centros "puedan estudiar autónomamente otras posibles razones", adicionales a las ya contempladas, para conceder la matrícula parcial. Por ejemplo, cita, "que el alumno ya esté estudiando otra titulación". A través de estas modificaciones, González espera que se de respuesta a algunos casos que "se presentaban y parecían razonables" pero que era denegados al no encajar enlos supuestos estipulados por el momento.

Con todo, indica que, más allá de la regulación general, es posible generar apoyos complementarios a la conciliación. González señala la importancia de que los centros y el profesorado "faciliten, en la medida de lo posible", la tutorización de alumnos que no pueden acudir a clase o su evaluación mediante otras vías, como las ofrecidas por las herramientas online, ya aprovechadas en este sentido por algunos máster del campus.

Mario López - Estudiante de Enxeñaría de Tecnoloxías de Telecomunicacións

"Deben crearse convenios con empresas que permitan estudiar y trabajar a media jornada"

Mario López es uno de los 27 alumnos del grado en Enxeñaría de Tecnoloxías de Telecomunicacións la Universidade de Vigo que este curso estudia a tiempo parcial en esta titulación. El tomiñés compatibiliza la dedicación que requieren las seis materias en las que está matriculado con su trabajo, a jornada completa, en Satec, donde realiza la monitorización y mantenimiento de redes de servidores.

López, que está en cuarto curso de uno de los huesos duros del campus vigués, decidió optar por esta modalidad tras incorporarse al mundo laboral el pasado año. A la exigencia de las ocho horas diarias frente al ordenador de la oficina, se le unieron las complicaciones derivadas de tener "turnos rotatorios", con horarios que varían semanalmente y que pueden ser de mañana, tarde o noche. Con estas responsabilidades atadas al reloj, fue consciente de que, la inviabilidad de acudir a clase, a un grupo de trabajo o las prácticas de laboratorio, volvían"imposible aprobar todas las materias obligatorias" si continuaba como estudiante bajo el régimen ordinario. Esa posibilidad, explica, le generaría problemas "tanto económicos como de permanencia" dado que la figura del 'no presentado' dejó de existir: "Con el anterior plan de estudias, si no ibas a un examen no contaba como suspenso, por lo que al año siguiente podías matricularte pagando un importe muy similar. Ahora, tanto si la suspendes como si no te presentas, al año siguiente pagas un suplemento que puede crecer hasta crecer hasta los 200 euros".

López, que cree que lo "ideal" sería que cualquier estudiante pudiera posponer la necesidad de trabajar hasta finalizar sus estudios, propone que las universidades apuesten por becas remuneradas y busquen convenios "con empresas que acepten los horarios del alumno" , preferencialmente "para trabajar con contratos de media jornada". De esta forma, señala, los estudiantes podrían acudir a clase con la posibilidad de obtener un salario con el que financiar su carrera.

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