Si un incendio es de por sí un ataque a la biodiversidad, el daño se incrementa de forma directamente proporcional a las hectáreas calcinadas. Los casos más sangrantes, cuando la superficie devorada por las llamas supera el medio millar de hectáreas, se merecen su propia categoría: grandes incendios forestales, una lista que elabora cada año el Ministerio de Medio Ambiente y de la que Galicia acapara un tercio de las referencias en 2016. De los 22 fuegos que superaron el umbral más elevado en todo el país, ocho se localizaron en la comunidad: tres en A Coruña, uno en Pontevedra (el de Arbo, donde se rozaron las 2.000 hectáreas calcinadas) y cuatro en Ourense, que entró en la desafortunada lista en septiembre. Entre todos suman más de 11.115 hectáreas, lo que supone más de la mitad (el 52%) de todas las que fueron pasto de las llamas el año pasado en Galicia.

En total, fueron 21.112,20 hectáreas, según el balance provisional difundido esta semana por el Ejecutivo central, las que ardieron en Galicia, prácticamente un 78% por ciento más que en 2015 y diez veces más las abrasadas en 2014, el mejor año no solo de la década sino de lo que va de siglo XXI en la comunidad, con poco más de 2.000 hectáreas ardidas. Solo el fuego registrado en Entrimo (Ourense) en septiembre, uno de los que integran la lista negra, ya arrasó por sí solo mil hectáreas más. Esas 3.000 hectáreas le sitúan de segundo en el podio de los más dañinos, únicamente superado por el que sufrió El Paso (La Palma, en Canarias), donde sucumbieron 1.800 más.

Pero el de Entrimo no fue el único que castigó Ourense con saña: en la provincia ardió la mitad de lo que se quemó en Galicia, y los principales culpables fueron el de Entrimo y otros tres fuegos más que llegaron en septiembre, cuando parecía que lo peor ya había pasado: fueron el de Muiños (747 hectáreas), el de Oímbra (1.363 hectáreas) y el de Cualedro (con casi 1.600). No obstante, Pontevedra y A Coruña tampoco se libraron de la ceniza. El 10 de agosto fue otra fecha trágica para los montes gallegos: el de Santiago se llevó por delante 825 hectáreas; el de Porto do Son-Caamaño, 730, y el de Porto do Son, pero en Xuño, 870. En la misma jornada las llamas asolaban Arbo, en Pontevedra. También a Lugo llegaron los efectos de las llamas: en la provincia ardieron un total de 894,5 hectáreas, 332 arboladas, pero a lo largo de todo el año.

Lo más castigado en Galicia fueron las zonas de matorral y monte raso, con más de 12.200 hectáreas, frente a la 8.845 de bosques, el doble que el año anterior. Es ilustrativo del ensañamiento del fuego con Galicia que bata récords en el Estado también de incendios y conatos. En total, se registraron 2.400 episodios, a 6,5 al día de media.

El avance informativo publicado por el Gobierno permite constatar que en todo el país se calcinaron unas 60.000 hectáreas de superificie forestal leñosa, donde se incluyen las áreas arboladas y las de monte bajo y matorral. Son estas últimas también en el conjunto del Estado las que se han llevado la peor parte, al representar el 61% de la superficie agredida por el fuego. Si bien Galicia lideró las hectáreas quemadas, el segundo puesto lo ocupó Castilla y León, donde ardieron más de 9.000 de monte raso y arbolado.