La ruptura interna que experimentó En Marea tras la reunión en la que Luís Villares conquistó la portavocía del partido apoyado por sus fieles del hasta ahora bloque mayoritario y las facciones minoritarias revela un debate sobre el rumbo que tomará el partido nacido apenas hace ocho meses y que, pese a sus vicisitudes, lidera la oposición en Galicia. Los ahora críticos y hasta hace poco aliados de Villares, como Anova, Marea Atlántica o la parte de Podemos opuesta a su dirección gallega, consideran que se "abre el camino" a que se constituya una formación política tradicional y facilite un "Unidos Podemos 2", en alusión a la coalición estatal del Congreso en la que participa En Marea también como unión de siglas.

El galimatías de familias y posturas internas de la formación rupturista expone la complejidad de unir bajo un solo paraguas a los autoproclamados "rupturistas" y el radical giro dado en su reparto de poder interno. Villares aceptó a regañadientes ser la punta de lanza de la lista mayoritaria en las primarias del partido cuando se incluyó el veto a que pudiese ser portavoz orgánico. Gracias a sus aliados del bloque que logró el 58% de la dirección y a los críticos y escindidos de Anova, tomó la portavocía única. Sus antiguos socios han declarado una guerra interna que se dará en el plenario previsto para mediados de junio, pero no ahora.

Pero, ¿qué diferencias políticas existen para el ciudadano que asiste a este combate de corrientes, donde el término crítico resulta complicado de asignar sin un anexo de datos e incluso historiales de rencillas personales? Villares considera lógico ser el principal referente de En Marea para la sociedad tras haber sido su candidato a presidir la Xunta y a tener la última palabra sobre un presupuesto de 9.000 millones de euros, punto en que lo apoyó Xosé Manuel Beiras en contra de sus compañeros de Anova justo cuando abandonó el liderazgo del partido.

La configuración "proporcional" de la coordinadora de En Marea muestra una radiografía similar al de un partido tradicional, con cuotas internas y miembros acostumbrados a la fontanería interna de las organizaciones. También se refuerza un polo "nacionalista" con claridad mediante el poder logrado por los críticos de Anova y Cerna.

Enfrente, sus antiguos compañeros del bloque "Máis Alá!", sobre todo Anova y Marea Atlántica, temen que el paso dado debilite la conformación de un "sujeto de ruptura" autónomo y beneficie la posición de la dirección de Podemos, proclive a firmar una alianza como coalición, pero no a diluir su marca, a pesar de que Villares condicionó internamente su salto a la política a abanderar solo la marca En Marea.

La defensa de la coalición por parte de Podemos estuvo a punto de echar por tierra su pacto electoral y fue su líder, Pablo Iglesias, quien enmendó la plana a los suyos y renunció a la coalición tras enviar a Bescansa y Echenique para lograrla.

"Es el primer paso para un Unidos Podemos 2 en las elecciones municipales. Tendrán más fuerza para intentar coaliciones", alega un miembro de ese bando, que considera que, pese a su malestar por la maniobra de Villares, Esquerda Unida también prefiere esa vía. "El polo nacionalista también podría avivar el debate de volver al BNG", añade otro.

La dirección de Podemos en Galicia, encabezada por Carmen Santos y con un bloque crítico con mayoría en su Consello Galego, ya anunció una estrategia para potenciar su implantación municipal mientras En Marea ultima la conformación de entre 15 y 20 mareas locales.

A corto plazo, las fuentes consultadas descartan una marejada, pero garantizan que el anuncio de batalla en el plenario de En Marea no es un farol. "Ahí puede pasar cualquier cosa", reconoce uno de ellos.