Los enfrentamientos entre diversas corrientes de los partidos que impulsaron su nacimiento agravan la quiebra de En Marea tras la elección de su coordinadora, aunque a ese punto se añade también el choque entre Luís Villares y Marea Atlántica. Ese análisis genera consenso entre fuentes de las diversas familias rupturistas, que reconocen la división interna tras un reformulación de bandos que deja al nuevo portavoz en mayoría gracias a sus fieles, los críticos de Anova y los escindidos de esta última.

Villares llegó al Consello das Mareas del domingo dolido y en una encrucijada. Gran parte de sus compañeros de la candidatura que había logrado el 58% de los votos le vetaban la portavocía orgánica, una decisión que considera un menosprecio tras haber renunciado en verano a su puesto en la judicatura para ser candidato de En Marea.

Ese veto fue liderado por Marea Atlántica, pero también avalado por una parte significativa de las direcciones de Anova y EU. Villares lo entendió como un intento de debilitarlo, mientras ese sector alegó la necesidad de construir un partido nuevo al margen de las instituciones, aunque el resultante se asemeja a la vieja política partidista de siempre. Esa pugna no puede entenderse sin lo que Villares consideró "filtración" de su demanda interna de chófer, asistente y compensación económica por el dinero que perdió al entrar en política. Aun así, aceptó ese sistema y lo defendió como punta de lanza de la candidatura mayoritaria en las primarias.

En ese escenario entraron en acción las heridas de Anova, cuyo sector crítico logró 9 de 35 asientos y los escindidos de Cerna, 5. El sector oficialista del partido fundado por Beiras se sintió traicionado al ver a Villares pactando con ellos para situarlos en la dirección aplicando la proporcionalidad de unas listas que ya no responden a la foto interna de En Marea. Mientras, el sector de Podemos de "Máis Alá!" y EU evidenciaron su debilidad.

Villares, además, recibió el apoyo de Beiras, que dejó de lado al mismo tiempo a parte de los suyos. El dirigente visitó ayer el Parlamento y se limitó a pedir unidad: "¡Ahora, a navegar!".