A punto de alcanzar la edad que marca el límite de las decisiones, Pura González planifica su primer año de prórroga con la conciencia atada al "constante deterioro de las condiciones laborales" en el sistema educativo del país.

Docente de Formación Profesional desde 1990, considera que hasta hace una década, aproximadamente, este camino tradicionalmente despreciado como "el hermano tonto" de la enseñanza secundaria, había experimentado una gran mejora, dotando al alumnado de un nivel de preparación tal que prácticamente se garantizaba la obtención de un trabajo una vez finalizados los estudios. Sin embargo, cree que las posteriores reducciones en el presupuesto destinado a este tipo de instrucción, junto a importantes modificaciones en las metas que sustentan su existencia, han alimentado "su progresiva precarización".

En concreto, González señala que la introducción del "enfoque dual", caracterizado, según explica, por privilegiar el tiempo dedicado a las prácticas en empresas sobre las horas de formación teórica, ha supuesto "la conversión del estudiantado en mano de obra barata" . En su opinión, en muchas ocasiones, las pasantías acaban en contratos y, estos, en una reducción de las horas que la persona en formación dedica al estudio: " Es evidente que esto ha derivado en una gran caída en el nivel académico de los chavales".

Por ello, la profesora apunta hacia las sucesivas reformas educativas y de la legislación laboral, a las que atribuye "la adaptación de los planes de estudio a las necesidades del mercado", ávido de trabajadores con niveles intermedios de cualificación a los que pagar bajos salarios.

Para González, quien imparte clase en el Ciclo Formativo de Grado Superior de Salud Ambiental del Instituto Ricardo Mella de Vigo, "este continuo deterioro " no tiene visos de frenarse dado que, opina, es la expresión ideológica de una política que busca "cargarse a la educación pública o, al menos, degradarla como una enseñanza de segunda categoría".

En ese sentido, denuncia que el sistema educativo español nacido de los años de la crisis se define, esencialmente, por " el deterioro de las condiciones laborales". Junto con el aumento del número de alumnos por aula, el crecimiento de la carga horaria lectiva o la reducción de recursos destinados a la formación del profesorado, González señala con amargura el encorsetamiento de su autonomía como consecuencia del "aumento de la burocracia y los papeleos", ligados a "supuestos planes mejora de la calidad" pero que acaban ahogando a los docentes en la eterna cumplimentación de formularios.

"Ante esta permanente degradación, muchos compañeros se plantan y dicen: 'yo no continuo'". Es por ello que la posibilidad de que, tras finalizar su primer año como docente en prórroga, solicite continuar un nuevo curso frente a sus pupilos, aparece para González muy ligada a las condiciones de trabajo. El evitar rendirse, aclara, se debe fundamentalmente a que la enseñanza le aporta "una enorme satisfacción".