El rupturismo entra en una fase decisiva. El sábado, Anova, la fuerza fundada por Xosé Manuel Beiras y uno de los motores de En Marea, celebra su tercera asamblea, la que marcará previsiblemente el relevo de su tótem. Y, después, el partido instrumental abordará la constitución de su coordinadora para aclarar el papel de Luís Villares tras haber constituido su Consello a finales de enero.

El parón en la elección de la cúpula de En Marea evidencia la necesidad de lubricar las relaciones en la sala de máquinas de un experimento a la vanguardia europea, pues une en el mismo seno a múltiples actores obligados a reinventarse cada poco tiempo. Al menos ahora, disponen de dos años hasta la próxima cita electoral: las municipales de 2019.

Pero el camino es espinoso. Anova ya se tensionó en las primarias de En Marea, cuando una parte de sus cuadros y bases presentaron un proyecto al margen del oficialista, incluyendo en él al diputado ourensano David Rodríguez o a Esther Duro. El primero es ahora uno de los firmantes de una enmienda a la hoja de ruta política de la dirección de Anova, según reveló ayer Europa Press. Reclaman anular un texto que hace referencia a la necesidad de "no polarizar el espacio [de En Marea] entre identidades militantes, expresadas en una falsa contradicción entre nacionalistas y no nacionalistas", pues pondría en riesgo "el proyecto estratégico" de la unidad popular.

Otra enmienda de militantes de O Morrazo también denuncia la falta de "debate colectivo en las bases" sobre En Marea, donde perciben acuerdos entre cúpulas.

Ese cuestionamiento de la estrategia de la dirección y el distanciamiento en las primarias de En Marea refleja el riesgo de fractura en Anova y las dificultades de sellar una lista única a la dirección. El único consenso claro parece girar en torno a la figura de Antón Sánchez, coordinador del partido y viceportavoz parlamentario de En Marea, como posible referente.

Beiras forma parte del Consello das Mareas y era uno de los propuestos para la coordinadora de la lista oficialista que ganó la consulta interna, por lo que debería obligatoriamente abandonar su puesto de portavoz en la organización que fundó.

El histórico dirigente se negó el sábado a asumir que Villares no conjugue su puesto de portavoz parlamentario con un cargo orgánico análogo. No es novedad que lo piense ni que lo diga, pero sí es la primera vez que lo hace tras defender con su nombre -al igual de el juez en excedencia- un proyecto político consensuado que vetaba para el exmagistrado esa función. Paradójicamente, el grupo de Anova que se enfrentó a él también apoya a Villares como portavoz, lo que evidencia el galimatías en que se está convirtiendo una fuerza que encabeza la oposición.

Los líos de En Marea, por tanto, se trasladan a Anova, o viceversa, y ponen en peligro la cohesión de un espacio político que, como advierte Martiño Noriega, alcalde de Santiago, "debe generar otra oportunidad histórica" para tomar la Xunta.