Ellas son mayoría. En total, 1,225 millones, el 52% de la población de más de 16 años que vive en Galicia. Pero en todos los grandes indicadores del empleo solo superan a los hombres en algo que no es precisamente bueno, la inactividad. Es decir, figuran a la cabeza de los que están fuera del mercado laboral. Casi 627.000 mujeres frente a 467.000 hombres. Hay que tener en cuenta que el grupo de los inactivos engloba, entre otros, a jubilados y pensionistas, y que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida. Las grandes diferencias, sin embargo, no están ahí. Vienen de las funciones que se han perpetuado en función del sexo. De los 212.600 inactivos que sumó la comunidad durante el pasado año por su dedicación a las labores de casa, ocho de cada diez (181.300) son mujeres, a las que la recuperación de la economía en estos dos últimos ejercicios no solo no les ayuda a limar la desigualdad, sino que amenaza con agravar su situación con tasas de temporalidad y de jornadas parciales más elevadas incluso que en el periodo de crisis.

"La actividad es un problema serio", confirma María Bastida, profesora de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Santiago y directora del Barómetro Galego de Equidade Laboral del Grupo Colmeiro que ayer se presentó durante unas jornadas en la capital gallega con motivo del Día de la Mujer Trabajadora este miércoles. Tanto en la entrada en la ocupación como en la incidencia del paro Galicia arrastra menos desequilibrios entre hombres y mujeres que el conjunto del Estado, así que "no se pueden negar que ha habido avances, aunque tampoco olvidar -subraya Bastida- que aquí tenemos una población activa inferior" por el envejecimiento demográfico.

La brecha en el empleo es de casi nueve puntos en Galicia. Del total de mujeres en disposición de trabajar, el 40,1% está ocupada. Prácticamente el 49% en el caso de los hombres. A pesar de que la situación de partida de unos y otras es muy diferente, desde 2014, el primer año de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) tras la doble recesión, la tasa de ocupación avanzó 2,6 puntos en el caso de los hombres y solo 1,7 puntos entre las mujeres. Su peso en la población, ese porcentaje superior al 52%, no se refleja en la distribución de los puestos de trabajo: el 47%. Más de ocho puntos por detrás de los hombres, según el Barómetro Galego de Equidade Laboral.

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El desempleo también les afecta más. La tasa de paro cerró 2016 en el 17,8%, que son 1,3 puntos más que los hombres. Nada que ver a lo ocurrido en los años de recesión. La diferencia en 2012 fue de 0,6 puntos; igual que en 2013; y en 2014 se redujo a solo a una décima, para escalar otra vez a partir de 2015.

Esa misma tendencia se repite en la evolución de la temporalidad y las jornadas parciales. El indicador más contundente sobre la desigualdad laboral en Galicia. En el primer caso, la contratación eventual, el porcentaje de mujeres está en máximos de los últimos cuatro años. Son cerca del 53% sobre el total de temporales. En los horarios reducidos, el 76,3%, una cifra que no se alcanzaba desde 2011. Y sin síntomas de bajar, "prácticamente fija", llama la atención María Bastida. El decrecimiento en la contratación temporal entre los hombres, además, duplica al de las mujeres.

Entre las muchas claves que sustentan los desequilibrios y los acrecientan en esta nueva fase de la economía gallega está la imposibilidad de trabajar durante más tiempo. Alrededor de 66.000 mujeres con jornada parcial lo tienen porque no pueden encontrar un horario completo. Son seis de cada diez gallegos que tienen este tipo de contrato y el 22,1% de todas las mujeres trabajadoras. ¿Cuántos puestos a jornada parcial hay entre los hombres? Únicamente el 6,1%.