Tras su paseo de la mañana un interno de la cárcel de Teixeiro, experto en artes marciales, se negó el pasado 25 de febrero a regresar a su celda y sin previo aviso propinó varios puñetazos a un funcionario. Otros cinco empleados de prisión acudieron en su ayuda y resultaron heridos. Tres de ellos siguen de baja por las lesiones sufridas. Es solo un ejemplo de los casi 2.000 incidentes violentos que se vivieron en los centros penitenciarios gallegos desde el año 2011. En estos últimos seis años se registraron 129 agresiones a funcionarios, pero lo más habitual son las peleas entre los propios internos, un total de 1.828, según los datos facilitados por el Gobierno en respuesta a una pregunta del grupo socialista en el Congreso.

A esto hay que añadir otro millar de episodios de "resistencia activa", es decir, de internos que desobedecen o se enfrentan a las órdenes de los funcionarios de prisión.

En los cinco centros penitenciarios gallegos hay internados más de 3.539 reclusos, según los últimos datos de finales de 2015. Y de ellos se encargan aproximadamente unos 1.760 trabajadores (la gran mayoría funcionarios, además del personal laboral).

Sindicatos como CSI-F denuncian recortes de plantilla durante la crisis y reclaman que se refuerce el personal que trabaja en las cárceles gallegas para evitar este tipo de episodios. Desde ACAIP (Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias) tildan de "absurdo" que los trabajadores de los penales estén excluidos del Protocolo contra la Violencia en el Trabajo.

En todo caso, la conflictividad en las cárceles gallegas se mantiene estable, aunque el Gobierno, de momento, solo ofrece datos hasta el primer semestre de 2016. Entre enero y junio del pasado año se registraron 231 incidentes en los penales de Galicia: hubo 10 agresiones a funcionarios, 145 peleas entre internos y 76 casos de desobediencia.

El año anterior los episodios de violencia en los centros penitenciarios de la comunidad había ascendido a 357 agresiones (más otros 236 incidentes de resistencia activa). En 2015 se constató una ligera reducción, de casi un 9 por ciento, en la conflictividad de las cárceles, puesto que el ejercicio anterior los ataques a funcionarios o entre internos se habían elevado a 392, una cifra similar a que se registraban en 2013 (394).

El 62 por ciento de las agresiones solo causan lesiones leves. Desde 2011 únicamente hubo seis casos de ataques graves a funcionarios y únicamente 16 reclusos resultaron heridos de importancia al pelear contra otros internos. Incluso hay un tercio de los episodios de violencia que se registran en las penitenciarias gallegas que se saldan sin ningún tipo de daño.

Son notables las diferencias por cárceles. Con diferencia las de A Lama, en Pontevedra, y Teixeiro, en A Coruña, son las más peligrosas, puesto que concentran la práctica totalidad de las agresiones y episodios de resistencia a funcionarios.

En la prisión pontevedresa se registraron desde 2011 un total de 1.161 incidentes: 58 fueron ataques a trabajadores, 643 peleas entre reclusos y 460 casos de desobediencia. Y en la de A Coruña hubo 1.230 percances, de los cuales el 59 por ciento fueron riñas entre presos (732), además de 51 agresiones a funcionarios y 447 episodios de resistencia.