Todos los termómetros vinculados al mercado inmobiliario coinciden en que Galicia está todavía muy lejos de la contundente recuperación que el sector vive en el resto del país. Hace un par de semanas se conoció el dato de la compraventa de viviendas durante el pasado año. Un total de 13.505 en la comunidad, que fue la tercera en la que menos aumentaron las transacciones, el 7,7%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Prácticamente la mitad que el alza estatal, del 13,6%. Las diferencias se repiten en la evolución de las hipotecas. Fueron 10.070 en 2016, como publicó ayer también el INE, después de un ascenso de únicamente el 2,9%. En este caso, Galicia está a la cola de todas las regiones y casi cinco veces por debajo de la subida general de todas ellas, un 14%. Además, el dinero prestado para la adquisición de inmuebles creció incluso menos -un 0,6%- por la tendencia en la banca a financiar cada vez un porcentaje más pequeño del valor y porque el ladrillo vuelve a ser destino de inversión en Galicia, donde se pagaron al contado casi 600 millones de euros por pisos el pasado ejercicio.

La cifra de las hipotecas concedidas para vivienda es la mejor de los últimos cuatro años. Se firmaron 281 más que en 2015 y el incremento alcanza las 1.518 respecto al ejercicio anterior, 2014, cuando Galicia tocó el mínimo histórico. Nada que ver, en cualquier caso, con los volúmenes en los que se movía el sector en los años de la burbuja. En 2007 los préstamos rozaron los 43.000. Por entonces, el importe medio de los préstamos rondaba los 120.000 euros. Ahora se sitúa en 92.500 tras un descenso anual, pese al encarecimiento de las viviendas, del 2,2%. Otra evidencia más de que las operaciones vienen con una buena entrada por parte del comprador y la banca se aleja de cubrir la totalidad del precio.

"Los mercados tienden a regularse y el de la vivienda lo ha hecho. La gente, por razones como el coste, la movilidad laboral, la imposibilidad de independizarse... no puede tampoco comprar", explica Benito Iglesias, presidente de la Federación Gallega de Empresas Inmobiliarias (Fegein). Tres de cada cuatro operaciones en el sector en la comunidad son para alquileres, que se convierten así en una oportunidad "para rentabilizar entre un 7% y un 10%" la inversión de los que sí pueden adquirir porque disponen de ahorros y quieren evitar el estrangulamiento de los depósitos por los bajísimos tipos de interés. Por esto también cambió tanto el perfil del comprador. "De más de 45 años y, sobre todo, de 55 años en su mayoría", cuenta Iglesias. Inmuebles de segunda mano, que no pasan de 100.000 euros, en semicentro y periferia de los concellos con más tirón de la población. "Somos una comunidad con un gran grado de ahorro y muchos salen de la renta fija y desconfían de cualquier otro producto después de lo que pasó con las preferentes", asegura.

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Frente a las 10.070 hipotecas formalizadas en 2016, las ventas sumaron 13.505. Es decir, que unas 3.400 viviendas -una cuarta parte del total- se comercializaron sin un crédito de por medio. Entre enero y septiembre, el valor de las transacciones de viviendas, como recoge el Ministerio de Fomento, ascendió a 1.155 millones de euros. El año, en función de las estimaciones por los inmuebles vendidos en el último trimestre, acabará próximo a los 1.500 millones. ¿Cuánto de eso se solicitó a las entidades financieras? 931,189 millones de euros. El pago en efectivo para las adquisiciones -por pisos enteros y adelantos para completar el resto con hipoteca- ronda, pues, los 560 millones de euros.

"Las condiciones de las hipotecas no tienen nada que ver con las de antes y así seguirá la próxima década", avanza el máximo representante de las inmobilarias gallegas. Los arrendamientos ganan cuota. En las siete ciudades suponen el 20% de los hogares.