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A la caza de los caracoles más babosos y, de paso, que sean igual de suculentos

Fiesta de los caracoles en S. María de Sacos. // R. V.

El gusto en Galicia por el caracol de mar resta aficionados a su tocayo de tierra. Sin embargo, sí hay emprendedores que crían para exportar a otros lugares donde son más apreciados y en el futuro serán más, ya que Agaca lo ve una actividad rentable por el "auge del mercado" y las condiciones "ambientales" de Galicia ayudan.

Esta asociación de cooperativas lidera también "Adhelix, cultivo intensivo de caracol de jardín", otro proyecto que recibe fondos de la Xunta y la UE. Para este también está compinchada con productores de Ourense y el Centro Tecnolóxico da Carne y su objetivo es que también del caracol se aproveche todo, o casi, incrementando la rentabilidad productiva de la especie Helix aspersa.

Y si la carne tiene su importancia, ese producto que actúa como chivato de por dónde ha pasado un caracol, la baba, también está en el punto de mira. Tiene "mucha demanda", sobre todo en cosmética, pero también en métodos curativos, de cicatrización, explica Miguel Fernández, del Centro da Carne.

Agaca explica que en esa línea trabajan en una técnica innovadora de absorción electrificada de baba que "reduciría la mortalidad de los caracoles" y además, como también resalta Fernández, "mejoraría la calidad de la carne en vivo, en conserva y en paté". Porque la meta es "inventar" nuevas formas de comercializar esa carne y trabajar en productos de quinta gama, listos para consumir. "Es un producto animal más que hay", sostiene, "y hay que tratar de sacarle el máximo provecho e incluso valor añadido".

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