Rosario Porto, la madre de la Asunta Basterra, permanece ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de A Coruña "en estado de observación" y "sin riesgo vital", tras "ingerir más de 50 pastillas", después de oponerse a su traslado desde la cárcel de Teixeiro a la prisión de A Lama.

El traslado estaba previsto para ayer mismo a la nueve de la mañaña, pero éste hubo de ser suspendido, cuando a las ocho de la mañana, encontraron a Rosario Porto en su celda del módulo 10 en estado "inconsciente y sin conocimiento" . Inmediatamente en la Enfermería de la prisión se le practicaron los primeros auxilios. La reanimación duró una hora, pero como las constantes vitales no mejoraban, se decidió enviarla al hospital coruñés.

Porto, que cumple una condena de 18 años, igual que su exmarido Alfonso Basterra, por el asesinato de su hija adoptiva, había sido informada el jueves por la dirección de la prisión de Teixeiro que su nueva morada sería A Lama, y que el traslado se haría efectivo al día siguiente, a primera hora de la mañana. Porto, condenada por ponerse de acuerdo con su exesposo para sedar de forma continuada y asfixiar a su hija, se opuso al cambio de prisión, y amenazó con hacer algo si se consumaba el traslado. También se mostró "rebelde" y "protestona" con las funcionarias, cuando se le pidió que fuera recogiendo sus enseres personales e hiciese su maleta.

El abogado de Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, en declaraciones a los medios de comunicación, confirmaba que el jueves lo había llamado Porto para anunciarle el cambio de cárcel. "Estaba muy disgustada", declaró el letrado.

Otras fuentes penitenciarias constataban ayer que no es la primera vez que Porto se rebela contra "noticias que no le gustan". También hacen notar que la ingesta de pastillas coincidió con la hora de recuento de presos a primera hora de la mañana, por lo que interpretan que fue "una llamada de atención" y no un intento de quitarse la vida. Sabía que se desmayaría, pero que pronto la encontrarían las funcionarias. Distinto hubiese sido si las pastillas las hubiese tomado de noche, y no la hubiesen encontrado desmayada hasta la mañana siguiente.

Instituciones Penitenciarias, al informar ayer del suceso, se limitó a comentar que el ingreso hospitalario de Rosario Porto se debió a "una mala reacción" al tratamiento que estaba tomando. También descartaba un intento de suicidio.

Porto ingirió en grandes cantidades Lexatin, un médicamento que pertenece al grupo de fármacos llamados benzodiazepinas. Administrado en dosis bajas, alivia la tensión psíquica, la ansiedad y el nerviosismo. A dosis más altas presenta un efecto sedante y relajante muscular. Los médicos recetan Lexatin a las personas que presentan síntomas de ansiedad, tensión, depresión, nerviosismo, agitación y que tienen dificultades para dormir.

La Junta de Tratamiento de Teixeiro había solicitado a Instituciones Penitenciarias el traslado de prisión de Rosario Porto, una presa con un carácter difícil, según fuentes penitenciarias, que ya llevaba ingresada en la prisión coruñesa desde finales de septiembre de 2013, cuando fue detenida como primera sospechosa de la muerta de su hija adoptiva. Después sería arrestado su exesposo Alfonso Basterra. Traslados como el previsto para Rosario Porto son habituales, explican las mismas fuentes. Los condenados no suelen ni tienen por qué cumplir toda la sentencia en la misma prisión. En el caso de Porto, aunque siendo natural de Santiago, carece de arraigo familiar. Nadie acude a visitarla a la prisión, por lo que su traslado no complicaba posibles visitas de amigos o cercanos.

El traslado a A Lama se mantiene, en principio. En la prisión pontevedresa ya estaban advertidos de su llegada y preparados. A Rosario Porto aún le espera una larga estancia en prisión. La condena a la que se enfrenta es de 18 años. Permaneció dos años en la cárcel a la espera de juicio por el asesinato de su hija adoptiva, un juicio que duró 18 días, y en el que un jurado popular declaró por unanimidad la culpabilidad de ambos padres tras cuatro días de deliberación. Precisamente la confabulación de los dos progenitores para poner fin a la vida de una hija que adoptaron conmocionó entonces a la sociedad española, incapaz de entender cómo se podía llegar a este extremo.