Inviernos atípicos como el que atraviesa ahora Galicia con temperaturas más altas de las normales y una sequía prolongada interrumpida por temporales con fuertes rachas de lluvia y viento van a ser cada vez más habituales. El último informe sobre el Cambio Climático elaborado por la Consellería de Medio Ambiente constata que dentro de 50 años, en el periodo 2061-2090, las temperaturas subirán hasta cuatro grados de media en Galicia, pero también lloverá menos, aunque cuando lo haga será con más intensidad. El déficit de precipitaciones se elevará hasta el 15 por ciento en el interior de Galicia y un 10 por ciento en el litoral. Pero además calculan que con carácter generalizado podría haber hasta 30 días menos de lluvia al año.
El cambio climático es ya una evidencia en Galicia. El punto de inflexión fue el año 1989. A partir de esa fecha los termómetros empezaron a elevarse sobre la media histórica. Si el anterior estudio de la Xunta cifra el incremento en 0,18 grados por década, ahora está ya en 0,20 grados cada diez años. El resultado es que en el último año recogido en el informe (2015) la temperatura fue 1,03 grados superior a la normal.
En cuanto a las lluvias no existen "conclusiones tan claras" sobre si el cambio climático ha disminuido o aumentado hasta la fecha las precipitaciones de los últimos años. Lo que sí se ha probado es que hay un incremento de "anomalías", es decir, años muy secos seguidos de otros caracterizados por fuertes lluvias, sobre todo en otoño y primavera.
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Estos episodios continuarán en el futuro. Pero además Meteogalicia advierte de "cambios muy intensos" en las precipitaciones medias anuales que recibirá Galicia. Esta comunidad, caracterizada por su clima lluvioso, sufrirá un déficit de precipitación durante la segunda mitad de siglo de entre el 10 y el 15 por ciento en el interior. La costa sufrirá menos reducción de lluvias situándose el descenso entre el 5 y el 10 por ciento.
Pero este dato se refiere a la media anual de precipitaciones acumuladas. Si se mide por estaciones, los datos correspondientes al verano revelan una caída más acusada de las precipitaciones en esta época que serían del 35 por ciento en prácticamente toda Galicia.
En primavera y otoño el descenso de lluvias podría ser de hasta el 15 por ciento. Mientras, en invierno los mapas predictivos de Meteogalicia arrojan una situación más irregular. En algunas zonas como Tabeirós-Montes, O Ribeiro, A Baixa Limia, Viana, Valdeorras, Terra de Trives, Ancares, Quiroga o los concellos del interior de la Mariña lucense podrían perder precipitaciones, mientras que en el resto de la comunidad se prevé un incremento de la lluvia de hasta el 10 por ciento, insuficiente, en todo caso, para compensar el déficit que se registrará en verano.
Temporales
Como resultado descenderá el número de días con precipitaciones entre 16 y 30 días al año. Pero esto no librará a Galicia de temporales y ciclogénesis. De hecho, cuando llueva, lo hará intensamente. Los episodios de "lluvia extrema" se incrementarán entre un dos y un ocho por ciento entre los años 2061 y 2090.
La gravedad del descenso de precipitaciones está en el hecho de que esto se traduzca en una reducción de los recursos hídricos de la comunidad autónoma. El informe analiza este impacto utilizando varios indicadores. Por un lado, la humedad del suelo. Su estimación es que en 23 años podría reducirse hasta un 17 por ciento en el peor de los escenarios. Y en un siglo Galicia registraría un tercio menos de humedad que en la actualidad. Y, de la misma manera, bajaría el volumen de aguas subterráneas. Las previsiones más pesimistas hablan de una reducción del 34 por ciento en la demarcación hidrográfica Galicia-Costa y un 36 por ciento en la del Miño-Sil.
Además aumentará la evapotranspiración, que es la pérdida de agua y humedad por evaporación. Y esto se debe principalmente a que habrá un aumento de temperaturas que Meteogalicia sitúa entre los tres y los cuatro grados en 2090, siendo algo menor en el tercio norte (entre dos y tres grados). En verano la temperatura máxima podría dispararse hasta seis grados, sobre todo en el sur de Galicia y con la excepción de las localidades costeras de las Rías Baixas donde el incremento de temperatura rondará los cinco grados.
El clima favorecerá la extensión de eucaliptos y viñedos y provocará la reducción de castaños
- La Xunta reconoce los efectos del cambio climático tanto sobre la salud humana como sobre la fauna y la flora de la comunidad gallega. De hecho, analiza con detalle su impacto sobre cada una de las especies amenazadas o vulnerables y también sobre el mapa forestal gallego. Y concluye que, pese a los esfuerzos del Gobierno gallego por potenciar las especies autóctonas, es el eucalipto el que tendrá más facilidades para extenderse por el territorio si se cumplen los pronósticos climáticos recogidos en el informe.Esta especie arbórea es ya la que ocupa más superficie en hectáreas del total forestal arbolado de Galicia (un 17,5 por ciento). Y, en todos los escenarios de evolución climática analizados por la Xunta, esta especie tendrá "más potencial" para continuar propagándose.Por el contrario, no tendrán el clima de su lado los castaños, una especie autóctona que la Xunta impulsa concediendo ayudas que permitirán plantar solo en una primera fase 50.000 árboles. "Se observa una disminución del área cultivable", augura en su informe la Consellería de Medio Ambiente.No está tan clara la evolución del pino. En este caso, en un escenario de más crecimiento económico y poblacional, esta especie sufrirá una reducción "drástica" en la zona de Ourense y sur de Lugo. Sin embargo, en una previsión más optimista, con menos aumento de temperaturas, tanto los pinos podrían pasar de concentrarse en la provincia de Ourense a ocupar "la mayor parte de la superficie gallega a excepción de la banda más occidental".Para lo que será bueno el cambio climático es para potenciar el sector vitivinícola. El aumento de temperaturas permitirá incrementar el área cultivable de viñedo.En cuanto a la fauna, el informe de la Xunta augura la desaparición de especies como el oso pardo, el urogallo, así como una reducción de ejemplares de águila real.
