Cumplir el propósito de Año Nuevo de llevar una alimentación saludable, sobre todo después de los excesos navideños, implica hacer un mayor desembolso. La cuesta de enero se notó también en la cesta de la compra y sobre todo al llenarla con hortalizas, cuyos precios se dispararon debido a la ola de frío que congeló los cultivos de Andalucía y Levante el mes pasado, provocando una reducción drástica de la oferta. Comprar un kilo de calabacines en enero de 2016 costaba 1,7 euros, un 54% menos que los 3,63 que cuesta ahora, justo la misma diferencia que se da con las berenjenas. En el caso de las alcachofas el precio también supera los tres euros por kilo -3,12 euros-, aunque la diferencia respecto a hace un año es menor: un 24%. Ya sale más caro adquirir un kilo de cualquiera de estas hortalizas que uno de pollo.

Al igual que les ocurre a los ganaderos gallegos con el precio de la leche, los agricultores españoles denuncian que el desplome de los precios que perciben por la venda de su producción de verduras no repercute en los que tiene que pagar el consumidor. Según el índice de precios en origen y destino de los alimentos (IPOD) de enero publicado ayer por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), lo que cuesta el producto al cliente en el supermercado llega en algunos casos a cuadriplicar lo que perciben los agricultores. Los cítricos -limones, naranjas y mandarinas- junto con las manzanas lideran ese diferencial con oscilaciones entre el 500% y el 650%. El sindicato agrario denuncia que en el caso del calabacín, las tarifas en destino se han elevado un 14% a pesar de la caída de un 62% en las cotizaciones en el campo. La misma tónica se da con las berenjenas, ya que mientras en los lineales cuestan un 17% más que hace una semana, a los agricultores se les paga un 35% menos.

"Agricultores y consumidores somos víctimas de las especulaciones de las cadenas de distribución que quieren recuperar sus márgenes sin importarles los vaivenes del mercado", denuncia el responsable del sector de frutas y hortalizas de COAG, Andrés Gorgora, al tiempo que reclama sistemas de gestión que mantengan la "estabilidad" y eviten tarifas por debajo de coste de producción.

Huerta gallega, en primavera

La meteorología adversa no ha afectado a Galicia porque es en primavera, mientras cierran los invernaderos de las comunidades del sur y el Mediterráneo, cuando arranca en la huerta gallega la temporada para sembrar las patatas y la mayoría de las hortalizas. Desde el Sindicato Labrego Galego destacan que en invierno solo se siembran en algunas zonas el cereal de invierno y forraje para alimentar el ganado. Pese a las bajas temperaturas, las lluvias que trajeron la última semana las borrascas Kurt y Leiv han salvado estas cosechas.

También le vinieron muy bien las precipitaciones , cuya demanda ya está repuntando porque es uno de los productos estrella de estas fechas. La secretaria xeral del sindicato, Isabel Vilalba, apunta además que se puede producir una revalorización del precio en la lechuga que se planta en invierno en Galicia, aunque matiza que se trata de un volumen pequeño.