"Pretendemos que calculen las consecuencias de sus actos, centrándonos mucho en la resolución de conflictos. Por ejemplo, cuando uno le pega a otro, o se mete con otro, teniendo en cuenta que son pequeños y son momentos puntuales, trabajamos la empatía: que digan cómo se sienten, uno y otro. Si van juntos al baño después, que se pregunten cómo están. Y en lugar de por qué lo han hecho, tratamos de preguntar: para qué. Son todos temas que trabajamos en el programa de educación emocional", explica Beatriz Castro, jefa de estudios del Centro Rural Agrupado de la localidad coruñesa de Carballo. Llevan tres años trabajando este tipo de inteligencia emocional en el aula, así como el fomento de valores universales de la convivencia.
Así lo destacó la Xunta para la concesión del premio a actividades formativas del profesorado. El equipo del CRA de Carballo es joven, apunta Castro, "y sobre todo con muchas ganas; estamos todos en el mismo camino".
"Nos hace especialmente ilusión el premio por ser una escuela rural, es decir, por el reconocimiento: son siete escuelas alrededor de Carballo, por eso tiene mérito trabajar todos en la misma dirección. Parece que al ser este tipo de cole rural no se tiene en cuenta en los programas, pero se está haciendo un trabajo del que estoy muy orgullosa", apunta Beatriz. En el tema de la inteligencia emocional implican también a las familias. "Somos un cole bastante vivo en innovación. Para trabajar las emociones, por ejemplo, tienen que conocer el lenguaje: saber qué sienten pero también saber expresar eso con una palabra: ira, alegría, enfado... Son niños desde 3 a 8 años ", añade Beatriz.
