Las constructoras en Galicia se nutrieron este año de la tarta de obra pública del Estado. Tras el tijeretazo metido por las administraciones durante los años de crisis a las inversiones, este ejercicio en algunas comunidades se empezó a abrir el grifo para ejecutar nuevos proyectos o continuar con infraestructuras ya en marcha. Es el caso de Galicia y otras cinco autonomías, en las que entre enero y octubre de este año la licitación de obra pública experimentó un incremento frente a la caída en el conjunto del país de casi un 5%, pasó de más de 8.167 millones en los primeros diez meses de 2015 a apenas 7.764 este año.

Los concursos de obra civil convocados por el Gobierno central, la Xunta y las administraciones locales en Galicia superaron hasta octubre los 780 millones de euros, lo que supone un 7,7% más que el ejercicio pasado, según el balance de la patronal de las grandes constructoras, Seopan. Detrás de este incremento está la inyección extra de fondos del Estado, ya que en el caso del Ejecutivo autonómico se produjo un recorte de las inversiones en los diez primeros meses del año.

De enero a octubre, la Xunta licitó obras por 136,6 millones, casi un 12% menos que los 155,6 millones aprobados en el mismo periodo del año pasado. En el conjunto del Estado, las administraciones autonómicas recortaron su inversión un 0,1%, hasta una licitación total de más de 2.244 millones.

Las obras sacadas a concurso por el Gobierno central las que permitieron a cinco comunidades cerrar en positivo el balance de inversión pública. En la lista están Galicia (7,7%), junto con Aragón (38,3%), Baleares (12,8%), Comunidad Valenciana (20,7%), Madrid (76,8%) y La Rioja (84,6%). Entre las autonomías en las que el conjunto de las administraciones metieron un mayor tijeretazo a las licitaciones destacan Navarra (-72%) Castilla-La Mancha (-50%) y Murcia (casi -48%).

En relación a los años de bonanza, la tarta de obra pública es tan pequeña que incluso ahora las grandes empresas de ámbito nacional compiten por adjudicaciones que se quedan muy por debajo del millón de euros, una cantidad de que no bajaban los proyectos por los que competían antes de la crisis.