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Una infraestructura clave para Galicia

Alta velocidad a plazos interminables

La ejecución del AVE, un proyecto que arrancó en 2001, acumulará 20 años en su conclusión -Cinco son ya las fechas oficiales que se dieron para terminar: 2010, 2012, 2015, 2018 y 2022

Obras en el túnel del AVE de O Cañizo, en la provincia de Ourense. // Xoán Álvarez

Pasar del papel al terreno el tren alta velocidad gallego costará 20 años, si finalmente se construye conforme a los planes iniciales la integración urbana en Ourense de la línea férrea. De ejecutarse este tramo de 17 kilómetros, tal como anunció el lunes el ministro de Fomento, la fecha final de conclusión se situaría en el año 2022, estableciéndose así, por el momento, el quinto plazo oficial de remate de un proyecto que comenzó a gestarse en el año 2001. Sin embargo, dos décadas después, el AVE gallego poco tiene que ver con el boceto original que plantearon los entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga, y ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos.

El primer compromiso para modernizar las comunicaciones ferroviarias de la Galicia interior y de su conexión con Madrid se acordó en enero de 2001 en Santiago, en un simposio organizado por el Ministerio de Fomento. Cascos y Fraga pactaron por escrito en un documento el año 2010 como plazo para la conclusión de las obras que en esencia consistían en aprovechar la mayor parte del trazado actual entre Lubián y Ourense, quitando algunas curvas, electrificando la línea y manteniendo la vía única. La transformación era mínima, ni siquiera era alta velocidad, pero fue el primer intento de modernización el tren en Galicia.

Lo más singular de ese compromiso firmado era que el esfuerzo se centraba en la línea Santiago-Ourense, diseñada ya inicialmente como de auténtica alta velocidad y con doble vía, con prestaciones de hasta 350 kilómetros por hora de velocidad. Poco importaba que este corredor quedara aislado del resto de la red ferroviaria, sin mayor conexión con Madrid que la actualización del trazado existente, en vía única, y con capacidad para circular como máximo a 140 kilómetros por hora. El tren entraba por Ourense, continuaba hasta Santiago y desde allí se desviaba hacia Vigo y A Coruña.

El primer cambio de planes llegó con el Plan Galicia -aprobado en enero de 2003 para paliar las consecuencias económicas y sociales del Prestige-. El Gobierno decidió convertir el tramo Lubián-Ourense en doble vía y diseñar un nuevo trazado de alta velocidad para circular a 200 kilómetros por hora, aunque conservando una gran parte del trazado existente. Se mantuvo el plazo de 2010. En todo caso, el compromiso era más serio que el esbozado por Álvarez Cascos, pues la planificación estaba avalada por el Consejo de Ministros.

En 2004 ganó las elecciones generales Zapatero y se produjo otro cambio de estrategia, con la nueva ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, acusando al PP de usar el Plan Galicia como un "señuelo electoral" para engañar a los gallegos, por lo que fijó un nuevo plazo, el año 2012. Pero la andaluza nunca creyó en serio en el AVE gallego, que iba acumulando retraso tras retraso, y se vistió con una coraza que la hizo inmune a las presiones de Galicia para que acelerara el ritmo.

Con el relevo de Magdalena Álvarez por el lucense José Blanco, se produjo otro cambio sustancial, al replantearse el 60% del trazado entre Lubián y Ourense (104 kilómetros), haciendo túneles más largos, reduciendo curvas y elevando la velocidad de circulación desde los 200 hasta los 300 kilómetros por hora. En julio de 2009, Blanco firma con Feijóo el Pacto del Obradoiro, por el que fija el año 2015 como nuevo plazo para la entrada en servicio del AVE.

Y fue a mediados del año 2010 cuando se iniciaron las primeras obras del tramo entre Lubián y Ourense, lo que da idea del retraso con que se iba desarrollando el proyecto. Entre Olmedo y Lubián los trabajos habían comenzado dos años antes, aunque arrastraban también grandes demoras.

Con la llegada de Mariano Rajoy a Moncloa, el Gobierno del PP revisó la planificación y con Ana Pastor como ministra de Fomento se define el año 2018 como nueva fecha para la entrada en servicio del AVE, para lo que se reservaron grandes partidas en los presupuestos generales del Estado.

Sin embargo, hace tan solo ocho días, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, avanzó que resultaba muy difícil confirmar el plazo de 2018 como año para la conclusión de las obras, alegando la existencia de problemas técnicos en 18,5 kilómetros repartidos en cinco tramos y la paralización de la administración por estar un año con un gobierno en funciones. No dio fechas concretas, pero el pasado lunes indicó que de hacerse la variante de Ourense, el plazo de conclusión se podría alargar hasta el año 2022, la quinta fecha oficial de conclusión de las obras.

El desarrollo del AVE gallego guarda muchas similitudes con el Madrid-Barcelona, que comenzó a diseñarse en 1988 y no se terminó hasta 20 años después. Mientras, el Madrid-Sevilla, el primero que entró en funcionamiento en España, tuvo una ejecución de récord, pues se planteó también en 1988 pero fue capaz de entrar en servicio en 1992, para la celebración de Exposición Universal de Sevilla, el evento que se marcó como hito para el estreno de la alta velocidad ferroviaria.

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