El supuestos plus de resistencia de la economía gallega frente al resto del país es un argumento recurrente entre los inquilinos de San Caetano. A eso se agarró el bipartito para sacar pecho de la evolución del Producto Interior Bruto (PIB) de la comunidad en los meses previos al estallido de la gran crisis. Alberto Núñez Feijóo, en aquel momento en la oposición, negaba la existencia de ese mayor aguante, pero cuando los populares reconquistaron el mando de la Xunta hicieron de esa presunta fortaleza uno de sus escudos para defenderse del impacto de la doble recesión. Ni lo uno ni lo otro. La economía regional sufrió la caída de la actividad prácticamente con tanta virulencia como el conjunto del Estado y la recuperación le está costando mucho más. De hecho, Galicia fue la autonomía con el dato de crecimiento más bajo de 2014 y se mantuvo por debajo de la evolución estatal desde entonces. Hasta el tercer trimestre de este año. El PIB gallego avanzó un 0,9% en comparación con mayo y junio, dos décimas más que la media nacional; y un 3,3% respecto al mismo periodo de 2015, una décima, en este caso, superior al crecimiento de España.

Hacía por lo tanto casi tres años que Galicia no estaba entre las comunidades con mejor comportamiento de su economía. El ascenso trimestral es, de hecho, el mejor dato desde mediados de 2007. El anual no se alcanzaba desde el arranque de 2008. A diferencia del crecimiento estatal, con una ligera desaceleración en comparación con el segundo trimestre del año, el PIB gallego mejora una décima en la tasa trimestral y tres en el cómputo anual, según la actualización del Instituto Galego de Estatística (IGE) de las cifras de contabilidad.

En el tirón del consumo pesa sobre todo el bolsillo de los hogares y las instituciones sin ánimo de lucro. El desembolso privado, que crece un 0,6% entre julio y septiembre, plena temporada estival con unos niveles de ocupación inédita en los establecimientos turísticos y con el negocio de comercios y bares remontando a ritmos de casi el 10%. El gasto de las administraciones públicas, sin embargo, cae. Un 0,1%. La inversión de las empresas sigue en cifras positivas, un 0,6%. Las exportaciones crecen un 1,5% y la importación un 0,6%. Sin las ventas y las compras a otras autonomías y países no se hubiera producido el salto de Galicia por encima del PIB del país, que mantiene mejores datos que aquí en el crecimiento anual del consumo privado -un 2,8% frente al 2,7% de la comunidad- y el formación bruta de capital, que triplica (3,1%) el aumento de la inversión empresarial en la región.

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Comercio, transporte y hostelería registran el mayor incremento trimestral, un 2,2%. Un 0,7% en la industria, aunque entre las fábricas manufacturas se eleva al 1,4%. La construcción y el sector primario crecen un 1%. En cuanto al empleo, respecto al pasado año, el número de empleos a tiempo completo sube un 2,2%, hasta los 988.489.

El presidente de la Xunta ponía ayer el acento en la "línea ascendente" del PIB, con "dos datos récord", en referencia a los mejores crecimientos desde 2007 y 2008 en las tasas trimestral y anual. Alberto Núñez Feijóo apela a la "cautela" porque "aunque todos los indicadores" de la economía gallega llevan "un excelente comportamiento" reconoce que existen "incertidumbres".

Y porque además no está, ni mucho menos, recuperado todo lo perdido. Tras la salida de la segunda recesión, la economía española creció un 4,6%. Galicia solo un 3,2%. Desde 2009, el PIB estatal acumula todavía un descenso del 4,6%. El de la comunidad un 5,1%.