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Alarma ante las borracheras en menores

La Valedora propone que los menores del botellón vean cómo se sufre una cirrosis

"A lo mejor un padre tiene que llevar a su hijo al hospital a ver cómo se sufre con una cirrosis" - "Rechazo la coacción como única medida, pero a veces no hay más remedio"

Milagros Otero, ayer, en su despacho de Santiago. // Xoán Álvarez

Si todos los gallegos interesan a la Valedora do Pobo, Milagros Otero, quienes "más" la preocupan son los colectivos "más desprotegidos", como ancianos, personas con discapacidad y menores. Estos últimos en varios frentes, desde el abuso de internet al consumo desmedido de alcohol, tema destacado en su agenda en los últimos tiempos. No es casual: una niña murió en Madrid hace dos fines de semana y dos menores de 12 y 13 años de Vigo y Pontevedra fueron tratadas por un botellón. Son las últimas de un largo número -409- de intoxicaciones etílicas en menores registradas este año en Galicia.

-¿Sancionar a niños y padres es la solución a este problema?

-Hay que sancionar, pero nunca como medida prioritaria, porque sancionar sin explicar es una cosa vacía de sentido. Soy profesora de profesión y de vocación y pienso que a la gente hay que enseñarles antes que exigirles. Para esa enseñanza es imprescindible la labor de la familia y las escuelas. A veces eso no basta y es preciso que colabore la administración, fundamentalmente los concellos, porque tienen la obligación de vigilar los lugares públicos donde se reúnen los menores para hacer botellón. Otra preocupación es que las personas que vendan estos licores no deben vendérselos a menores y hay que enseñar que si eres mayor de 18 años no debes comprar para tu hermano. Si ninguna de estas cosas funcionase, entonces sí que hay que sancionar. Rechazo la coacción como única medida, pero advierto de que hace falta si no hay más remedio porque no podemos estar en un Estado buenista y tenemos la obligación de educar a las personas y de protegerlas.

-La ley de 2010 de prevención del consumo de bebidas alcohólicas en menores ya contempla esas sanciones, pero los datos están ahí.

-La legislación existente no es muy efectiva porque no está consiguiendo los resultados que pretende. Sería bueno ver cómo se puede modificar porque el valor fundamental de la ley no sería la legalidad, sino la justicia, y cuando no logra un resultado justo o adecuado, los legisladores deben atender a lo que la sociedad demanda.

-En el caso de los menores, cuyas multas abonan los padres, las sanciones pueden sustituirse por programas de tratamiento o preventivos, con trabajos para la comunidad. ¿Serían más útiles?

-Mucho más. A las personas, a los chicos sobre todo, es mejor enseñarles en la práctica que en la teoría. A veces para comprender hay que experimentar uno mismo las consecuencias. Sería muy útil mostrarle a estos pequeños... Por ejemplo, un niño que va a un botellón y lo deja todo tirado por la calle, al día siguiente lo limpia. A mí no me gusta la imposición de sanciones y castigos porque creo mucho en la mediación, mi talante personal es de cultura de paz, pero eso no quiere decir que podamos fiar todo a la buena voluntad de los demás: cuando todas las demás cosas fallan tiene que haber una posibilidad de ver que la gente que va en contra del bien común, además de sí mismo, debe ser corregido.

-Los concellos deben vigilar, pero dicen que no tienen medios. ¿Hace falta un policía por botellón?

-A mí no me gusta el Estado policía. Soy muchísimo más partidaria de mostrarle a la gente cuáles son sus límites y cómo debe encontrarlos. No me gustaría ver botellones, para empezar, pero si tuviera que haberlos no me gustaría ver un policía en cada botellón. Pero pienso también que las personas que tienen algún tipo de responsabilidad, y los concellos la tienen, tienen que ser responsables de lo que tienen. Para mí no sirve decir "no tengo medios", porque es muy fácil, nunca tendrás los medios que te gustaría. No vas a tener nunca la suficiente dotación de policía para ponerla detrás de cada uno de los supuestos menores que va a ir a un botellón y eso además sería un Estado autoritario y dictatorial que no hallo adecuado. Pienso que quizás no hacen falta tantísimos policías, sino que los que estén trabajando lo hagan de una forma eficaz, que la gente que está en un botellón sepa que en cualquier momento puede tocarles. Pienso que, si se colabora, con los medios que se tienen se pueden hacer más cosas de las que se hacen. La falta de medios no me parece excusa.

-¿Colaborar quiénes?

-Administraciones, Xunta, padres, escuelas... Debe haber una mayor concienciación.

-¿Cómo se logra en un país que ve el alcohol algo normal? En España hay una cultura del vino.

-España es el país del vino, pero también lo es del aceite y nadie se harta de aceite hasta morir. Pienso que a los chicos -mayores de edad- hay que enseñarles a beber.

-El estreno en el alcohol se adelanta. ¿Habría que elevar la edad para permitir su consumo?

-No es un problema de edad, sino de educación y concienciación.

-Usted no quiere echar toda la responsabilidad sobre los hombros de los padres, pero ¿no deberían decir algo si su hijo de 14 años llega dando tumbos a las tantas?

-Siento muchísimo respeto por los padres y sé que es difícil educar a una persona. Además no todos los padres ni todos los niños son iguales. No soy quien para enseñar a los padres, pero pienso que la única vía para que entiendan los hijos es explicándoles. A lo mejor un padre tendrá que coger a su hijo de la mano y decirle "mira, hijito, esto es lo que es", a lo mejor tendrá que llevarlo a un hospital y ver cómo se sufre con una cirrosis; a lo mejor tendrá que llevarlo con otro niño cuyo padre esté muerto por una cuestión de esas; a lo mejor tendrá que llevarlo a un sitio de estos donde vea a todo el mundo vomitando... Igual debe enseñarle con la práctica más que con la teoría que eso que está haciendo no es una travesura, ni para hacerse más hombre o más mujer, ni una cosa para reír, sino que es muy peligroso, muy grave.

-¿Qué le pide al nuevo Gobierno de la Xunta en este tema?

-Le pido en todos los ámbitos lo mismo: colaboración, ayuda, celeridad, ilusión, trabajo y sensibilidad social. No es poco.

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