Tras el sorpassiño de En Marea y la crisis estatal que descabezó al PSOE y derivó en una abstención que facilitó la investidura del popular Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, los socialistas gallegos afrontaban el debate de investidura con la necesidad de buscar su espacio propio. Su portavoz parlamentario, Xoaquín Fernández Leiceaga, apostó por diferenciarse del resto de la oposición tendiéndole la mano al PP en hasta seis grandes pactos -financiación autonómica, plan de empleo juvenil, sector eólico, educación, el AVE y transferencia de la Autopista del Atlántico (AP-9)-, potenciando el traje institucional de su partido, el único junto a los populares que ha ostentado la Presidencia de la Xunta. Una crítica más roma a Alberto Núñez Feijóo, presidente electo del Ejecutivo, contrastó con su discurso en campaña, aunque, con un tono sosegado, propio de su condición de profesor de Economía y también experimentado diputado, lo culpó de dejar "una economía débil, un paisaje social devastado y una administración autonómica debilitada", destacando incluso una "intolerable pobreza infantil en el país de Inditex".

Leiceaga sorprendió a alguno de sus compañeros de partido con ciertos reconocimientos al trabajo de Feijóo en la Xunta, aunque le otorgó un suspenso a una gestión continuada desde 2009 y que él fiscalizó en la primera legislatura como diputado e incluso portavoz en la Cámara. El portavoz socialista focalizó su oferta de consenso en dos cuestiones que propuso abordar mediante sendas comisiones parlamentarias: la financiación autonómica y el impulso al sector eólico. En el primer caso, apostó por tratar de alcanzar "una posición unitaria" de Galicia ante el debate sobre el nuevo reparto de fondos, después de que Feijóo anunciase que no admitirá trato diferencial frente a Cataluña. Ahí recurrió Leiceaga a su plus de preparación económica y conocimiento específico de la cuestión, afeándole a Feijóo su "escasa concreción y ambición limitada", así como su escaso peso ante el Gobierno "amigo" de Rajoy.

A pesar de las continuas advertencias de Feijóo a Moncloa para que premiase el cumplimiento del déficit, Leiceaga criticó no haber recibido financiación a coste cero. "El FLA se amplió sin fecha y se financió todo el gasto en que incurrían las comunidades a coste cero. ¿Cuánto nos cuesta estar fuera del FLA?", cuestionó.

En el terreno eólico, se enfrentó a Feijóo en una guerra de cifras sobre los megavatios puestos en marcha al amparo del concurso del PP, pero rechazó un casus belli. "Hago un esfuerzo para evitar convertir este tema en instrumento de desgaste y dar soluciones", declaró. Propuso una comisión parlamentaria especial sobre el tema.

También ofreció fijar una postura común en el terreno educativo -que extendió a toda España- ante la suspensión temporal de las reválidas, aunque derogando primero la Lomce, y la transferencia de la AP-9.

Además, propuso suscribir un acuerdo sobre el plan de choque para favorecer la inserción laboral de jóvenes, con una inyección de 100 millones de euros anuales.

En el terreno de infraestructuras afiló su discurso, dando por hecho un nuevo retraso de la llegada de la conexión del AVE con Madrid, prevista para 2018 y que él fijó en 2020, y mofándose de la recuperación de la promesa de un AVE a Lugo que Feijóo comprometió en 2009 con fondos propios. "No haga el ridículo", le espetó antes de pedirle el mismo nivel de exigencia en la materia a Rajoy que al socialista Zapatero. Pidió hacer frente común.

También apostó por "restablecer la concordia" sobre el gallego tras reconocerle a Feijóo "bajar el grado de confrontación", así como más autogobierno, pero sin reformar el Estatuto. "No somos partidarios de la ruptura, pero tampoco del inmovilismo", se definió.