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¿Quién prohíbe los bollos del cole?

Los directores de los institutos en Galicia avisan a la Xunta que prohibir bollería y refrescos no está entre sus funciones y le instan "a dar ejemplo" vetándolos

Un escolar ante una máquina expendora en Vigo. // Eli Regueira

La bollería industrial y los refrescos azucarados seguirán vendiéndose en los centros de Secundaria y de FP de Galicia. La Xunta, que en principio iba a prohibirlos, decidió finalmente renunciar a esta restricción y delegar en la dirección de los institutos la facultad para retirar esos productos hipercalóricos de las máquinas automáticas y de las cafeterías. Sin embargo, los directores de los centros alegan que no tienen competencias para regular su venta y que la responsabilidad es de la Xunta, por lo que la apremian que a elabore una norma autonómica para restringir la bollería y los refrescos, dando además así ejemplo de sus campañas en favor de hábitos saludables.

"Nos gustaría que hubiera una norma para todos los institutos y eso solo lo puede hacer la Xunta, porque es la que regula las concesiones de las cafeterías, poniendo las condiciones", asegura el presidente de la Asociación de Directores e Directivos de Institutos Públicos de Galicia, Adelino José Pose.

Un mensaje con el que coincide la presidenta de Confapa, Elena Gómez Vecino, para quien no resulta ejemplar que mientras se realizan campañas de hábitos saludables dirigidas a los más jóvenes para rebajar la tasa de obesidad, en los institutos se continúan dispensando productos hipercalóricos. "No es pedagógico y habría que preguntarle a Educación cuáles son los motivos y los intereses, porque yo no lo sé", reprocha.

La restricción de alimentos con alto contenido de azúcar se llevó con éxito en los colegios de Primaria en 2014, si bien en esta etapa educativa resultó más fácil la prohibición porque no hay cafeterías y las máquinas de venta automática eran muy escasas. Pero en Secundaria y FP todos los centros -unos 300- disponen de cafetería, en la que se puede despachar de casi todo, salvo alcohol.

Y si Educación señala que los institutos tienen capacidad para prohibir la bollería industrial y los refrescos, desde la asociación de directores se sostiene lo contrario. Adelino Pose detalla que los pliegos de condiciones de las cafeterías los elabora la Xunta y que los centros seleccionan la oferta adjudicataria siguiendo la baremación de puntos que también determina la Administración autonómica. Los colegios por su cuenta pueden incorporar algunas condiciones adicionales, que apenas influyen en la puntuación final, como que la cafetería venda fruta fresca.

"Pero nosotros no podemos prohibir que se dispense bollería u refrescos. Y si la Xunta no puede, que por los menos se prime en los pliegos de condiciones la venta de productos más naturales", señala Adelino Pose.

Sin embargo, en la eventual restricción de los alimentos hipercalóricos hay un riesgo. Y es que son precisamente los productos que más se venden en las cafeterías y que soportan una parte importante de los ingresos totales, por lo que prohibirlos podría conllevar que las concesiones quedaran vacantes por el escaso margen de beneficios. En este caso, el inconveniente sería para la propia Xunta, ya que es la Administración autonómica, y no los colegios, la que ingresa el importe de las concesiones.

"Puede que la prohibición vaya en contra, precisamente, de algún principio económico. Es un riesgo para las concesiones, evidentemente", añade Adelino Pose.

La restricción a la venta de estos alimentos hipercalóricos formaba parte de la estrategia para combatir el sobrepeso infantil que afecta ya a uno de cada cuatro alumnos de Secundaria (el 23,8 por ciento). Además el 6,2 por ciento de estos escolares ya supera la franja de la obesidad. Sin embargo, en los colegios de Primaria había una mayor tasa de obesidad -9,6 por ciento, mientras que el sobrepeso afecta al 25,6 por ciento-, según los últimos estudios oficiales.

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