La cesión del pasado 12 de agosto casi al filo de madrugada de Pablo Iglesias, ante la presión de las Mareas locales, tiene consecuencias. Pablo Iglesias anunciaba en un tuit que Podemos renunciaba a la coalición y se integraba en En Marea. El partido morado luchó hasta el último minuto para no renunciar a su marca ante la confluencia gallega y liderar el proyecto, que el pasado 25-S se convirtió en la segunda fuerza del hemiciclo gallego, pero no lo consiguió. Renunció a sus siglas y se diluyó en En Marea, aunque en el grupo parlamentario colocó a siete de 14 diputados, aunque divididos entre ellos. De esta renuncia tomaron nota en Andalucía. Y su líder en la comunidad del sur, Teresa Rodríguez, acaba de presentar su proyecto "Por una marea andaluza", en la que defiende más autonomía con respecto a Madrid. No quiere crear un partido de nuevo cuño como en Galicia, donde se integran a título individual los militantes de Podemos, Anova, EU y las mareas locales, pero propugna "una organización andaluza federable en el seno del proyecto estatal de Podemos". "Creemos imperativo transitar hacia un modelo descentralizado donde Andalucía pueda decidir por sí misma sus ritmos y sus destinos conforme a su realidad", afirma en el manifiesto. En Marea no quería aparecer solo como la marca blanca de Podemos en Galicia, y Podemos en Andalucía quiere más independencia. En el fondo, los dos quieren soltar amarras con Madrid, sin romper el nexo de unión.

Como explica Teresa Rodríguez, una de las máximas representantes de los anticapitalistas en Podemos y siempre muy crítica con Pablo Iglesias, "no quiere un Podemos en Andalucía, sino el Podemos de Andalucía". "No queremos ser los representantes de Podemos en Andalucía", remarca. Exige "identidad propia" para el Podemos andaluz y bajo esta máxima optará a la renovación del liderazgo en la comunidad, donde fieles a Íñigo Errejón ya se mueven para conformar una lista alternativa, como representantes de la línea más moderada de Podemos.

Teresa Rodríguez combate la estructura "centralista" de Podemos y en su pelea En Marea le ha hecho un favor. A Iglesias le resultará más díficil rechazar el ansia de autonomía de los andaluces, si en Galicia ya aceptó diluir sus siglas y se presentó a los comicios bajo el paragüas de sus socios de la confluencia de En Marea.

Cuando Podemos aparcó su idea de ir en coalición electoral con Anova, Esquerda Unida y las Mareas locales para entrar en En Marea, con un cabeza de cartel independiente que no milita en su formación y es más cercano a Anova y las mareas locales que a los podemitas, asumió el riesgo de que sucediese lo mismo en otras autonomías, aunque publicamente rechazó esta opción. Pensaba sobre todo en Cataluña y Valencia, donde las confluencias tienen un gran protagonismo. De hecho, en la primera comunidad, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, trabaja en el lanzamiento de un partido propio y la incógnita es qué pasará con Podemos. ¿Será su apéndice? ¿Seguirá su camino propio?

En Marea abrió una espita en el seno de Podemos, pero En Marea es un proyecto en plena construcción, en el que su perfil está por definir y sus propios socios no tienen claro. En Marea nació en verano como el partido en el que se integrarían los militantes de Podemos, Anova, EU, y las mareas locales y demás socios a título individual, pero sin cuotas de partidos.

Sin embargo, el sábado Esquerda Unida pedía el reconocimiento de "las partes" que integran la nueva formación. La demanda disgustó en Anova y choca con el discurso de Villares, que se presenta como el líder de un proyecto, que es más que la suma de partidos. No disgusta sin embargo en Podemos, que defiende que son ellos los que han aportado más votos el 25-S y son el auténtico motor de En Marea.