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La profesora (casi) perfecta

La pontevedresa Montserrat Sanmartín logró un 9,4533, la mejor nota entre 13.600 aspirantes en la oposición de la Xunta para docentes más reñida de los últimos años

Montserrat Sanmartín en Venecia, a donde fue tras sacar plaza. // FDV

Tras aprobar la oposición, Montserrat Sanmartín cogió un vuelo con destino a Venecia. "Un autopremio", explica. Y merecido. Porque esta profesora de Formación Profesional, que ahora ya puede presumir de tener plaza de funcionaria -este curso en prácticas- en el municipio que vio nacer a sus padres y en donde aspira a ejercer, Vila de Cruces, no escatimó esfuerzos para cumplir su sueño. "Siempre digo que estuve secuestrada un año por el proceso opositivo", cuenta, para desgranar unos horarios y un estilo de vida casi monástico.

"Para mí una de las claves es la disciplina. Me levantaba a las cinco y media de la mañana y hasta las ocho y veinte podía llevar más o menos un tema visto antes de ir a trabajar y luego por la tarde eran otras cuatro horas y el fin de semana entero", explica. Todavía recuerda la última vez que tuvo un sábado y un domingo "libre" antes de sumergirse en la preparación de la plaza de la especialidad de Servizos á comunidade: el del 1 de noviembre de 2015. Nada más anunciar la Xunta que convocaría más de mil plazas para docentes, un apetecible señuelo que mordieron 13.679 aspirantes, el 75% mujeres, se ganó un "cero" en vida social.

Pero además, como iba avisada de que "lo más importante es llegar cuerdo" al examen -"que no te dé el bajón ni te pase nada antes"-, Montserrat hizo suyo lo de mens sana in corpore sano y cuidó "muchísimo" la alimentación y el ejercicio físico. "Tenía que llegar en estado óptimo", alega. Lo logró, aunque concede que la ayudó el apoyo de los suyos y algunos compañeros opositores, no tener cargas familiares. Conocer bien el temario también "da muchas tablas". A fin de cuentas, desde 2008, cuando por primera vez se presentó a unas oposiciones, ha trabajado como interina por toda la comunidad impartiendo materias de los ciclos de la familia de la que se examinó. En el último año educó a niños y mayores -tiene alumnos desde 16 a 55 años- de Atención a personas en situación de dependencia en Vila de Cruces, donde repetirá este año, lo que cree que le va a "facilitar mucho" las cosas. "Además de que estoy implantando el ciclo, que es el segundo año que se da, y con muchas ganas porque está todo por hacer", señala con entusiasmo.

Lo más curioso es que esta pontevedresa, que dejó Vigo para hacer en Santiago la carrera de Psicología, donde también fue "de los mejores expedientes" y en donde ya notó su querencia por la pedagogía, llegó al mundo educativo institucional de rebote, y después de formar ella misma a otros docentes. Tras acabar la licenciatura y descartar quedarse en la universidad, se montó su propia empresa de formación para el profesorado. "Impartía temas relacionados con relajación, conflictividad en el aula, inteligencia emocional...", cuenta, "y la verdad es que los docentes respondían muy bien". Fue en uno de esos cursos en donde una compañera le dijo que "era una pena que no estuviera dentro del sistema, que necesitaban" a gente como ella. Pese a sus reticencias, la crisis de 2009, que afectó el negocio, y el argumento típico -"por presentarte no pierdes nada"-, la convencieron para intentarlo y comprobó que sí, que "desde dentro se pueden hacer cositas".

Sobre todo, abordando la educación de forma "práctica". "Me gusta lo que es útil", declara, y por eso eligió Formación Profesional, que reivindica. Además, dentro de su ciclo, el de Atención a personas en situación de dependencia, busca un "modelo de aprendizaje diferente". "Los que se formen van a tratar con personas que tienen necesidades y dificultades, por lo que la formación emocional es básica", afirma, "por lo menos como entiendo yo la educación".

De hecho, en relación a las nuevas destrezas que el mundo actual, y la Xunta, exigen a los docentes, como las nuevas tecnologías, lo tiene claro: "Las tecnologías son imprescindibles, pero considero que hay muchas cosas antes que tenemos que mejorar. Creo que la enseñanza necesita un cambio pero tiene que ser desde dentro y tiene que pasar por el aspecto emocional", reitera.

Aparte, apunta que muchas veces hay recursos en el centro, pero el profesorado "no tiene acceso a la formación para utilizarlos". "A mí me enseñaron a usar la pizarra digital los alumnos, porque hasta ahora no tuve acceso a la formación", explica. También ve "contradictorio" que a los profes les demanden manejar tecnologías pero en el examen de oposición "no las valoren". Respecto al inglés, otra habilidad que quizás tenga que demostrar, le "gusta". "Si tengo que enseñar en inglés, lo haré lo mejor que pueda. En este momento, no sé si es por el subidón, estoy lista para todo lo que venga", proclama.

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