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Cita con las urnas en Galicia

El hombre que quiere ser paladín

El presidente Feijóo afronta el reto, quizá doble, de echarse a las espaldas a todo el PP...

El hombre que quiere ser paladín

A partir del hecho jurídico de que la competencia para disolver un Parlamento autonómico y convocar elecciones pertenece en exclusiva al presidente, en este caso a Feijóo, no se puede ignorar que su ejercicicio implica siempre el riesgo de perderlas.Y si eso ocurre, al gobernante suelen aplicarle, los más benévolos, el lema -dicen que jesuítico- de que "quien es causa de la causa" -o sea, la convocatoria- "es causa del mal causado" para endosarle toda la responsabilidad, al tiempo que otros, los más audaces, reclaman su cabeza como castigo de la osadía.

En esta ocasión, sin embargo, el asunto -el adelanto- podría analizarse de otra manera. Primero porque la decisión, aunque personal, no fue solitaria: elpresidente Feijóo, que aún hablando de octubre como fecha posible se refirió a su preferencia por coincidir con las vascas; segundo, porque -y eso es en cierto modo nuevo- antes de firmar el decreto pidió opinión a su Partido; tercero, porque optó por jugárselo todo a una carta anunciando que o mayoría absoluta o renuncia a otros papeles y, cuarto, porque la apuesta es doble, y habrá quien diga que de doble riesgo, tanto externo como interno.

Y es que, en opinión personal de quien esto escribe, el señor Feijóo, al convertirse -con el peneuvista Urkullu- en el primero que mida en urnas bien la reacción ciudadana a una investidura de Rajoy como presidente bien una convocatoria tercera de elecciones generales en caso de fracaso o de que la izquierda no fragüe un pacto multilateral para llegar a Moncloa, se convertirá en el paladín de todo el Partido Popular.

No es una exageración, aunque naturalmente no todos estén de acuerdo con eso. Pero será difícil negar que, caso de que fueran los vascos quienes realizasen la prospección electoral primera después del 20/D y el 26/J, y previendo el habitual mal resultado allí para el PP, todas las lecturas serían negativas para los conservadores españoles. En cambio, una victoria rotunda del PPdeG equilibraría las cosas al menos de cara a los análisis que podrían hacerse. Esa sería la faceta externa de Feijóo como paladín de todo el PP; y la interna, una mayoría absoluta: a nivel gallego en particular y al estatal si Rajoy renunciara ante unas terceras elecciones a su candidatura.

Naturalmente este tipo de análisis sólo deja de ser especulativo, y por tanto discutible, cuando se conocen todos los resultados que abarca el envite. Pero en lo externo el papel de un Feijóo capaz de embridar a toda la izquierda en sus diferentes fórmulas reforzaría su imagen general, a la vez que la falta de escándalos "gruesos" en su PPdeG y la contundencia con la que resolvió los conocidos, le aportaría valor electoral en el caso -citado- de que el equipo directivo actual tirase la toalla ante el temor de que a la tercera tampoco fuera la vencida.

¿Tiene real posibilidad el presidente Feijóo de ser ese paladín que quiere ser? Desde el punto de vista externo, en el sentido que se le da a tal concepto, habrá que esperar para verlo, Y en el interno también, aunque a nivel gallego el cálculo de posibilidades parece más claro: las encuestas, a pesar de que su fiabilidad quedó extraordinariamente dañada tras el 26/J -lo que incrementa la prudencia en sus apreciaciones de ahora-- le dan claro ganador y en un margen de nayoría absoluta. Y las cifras económicas corroboran ese pronóstico favorable, aunque quizá influyan menos de lo que ciertos analistas oficiales creen.

En todo caso, y sin la menor intención de redactar un panegírico, Alberto Núñez Feijóo es un dirigente que gusta a la media de los electores por su prudencia política y el acierto que su equipo asesor ha tenido para presentarlo siempre como un hombre socialmente tranquilo. No llega, seguramente, al "galego coma tí" que le fabricaron a Fraga, pero desde luego supera a muchos de sus adversarios de dentro o de fuera en la aplicación certera de dos sentidos claves: el común y el de lo común.Y eso, en una Galicia electoralmente moderada -tanto que la única vez que la izquierda logró, en las urnas y sumando escaños, la Xunta, lo hizo bajo el lema "un cambio tranquilo", en 2005- es fundamental.

Es obvio también que el tiempo ha pulido algunos de sus defectos, el cierto "tic" autoritario que mostraba en sus primeros meses como vicepresidente, y la leyenda urbana de su dependencia supuestamente opusdeista de José Manuel Romay quien, pese a ello, conserva una influencia más que notable en determinadas posiciones y alguna decisión del Monte Pío. Y la experiencia, a la vez que la evidencia, lo llevó a superar dudas de ciertos momentos sobre la conveniencia de apartar, aunque quizá sin alboroto y con cierta pereza funcional, a los presuntos corruptos incluso antes de ser procesados.

Pero los líderes, y desde luego los paladines, precisan, además de talento y talante, lo que Napoleón exigía a sus generales: suerte. Feijóo la tuvo en 2009, cuando el exceso de confianza cegó al bipartito de Pérez Touriño y Quintana, que desoyeron los consejos del entonces casi omnipotente ministro José Blanco y se negaron a anticipar en unos meses las primeras elecciones que después ganó el hoy aún presidente, de quien se decía que tenía calculada una derrota escasa. Y después,en 2012, lo llevó a una mayoría absoluta levemente mayor tras superar a rivales que en general no llegaban a parámetros dignos de un país como éste para ser candidatos.

Esa suerte, en el sentido de que no es mérito propiamente dicho, parece volver a sonreirle en los umbrales de los nuevos comicios. Que los convoca en adelanto tecnico, pero también consciente de que cuanto menos tiempo dispongan sus adversarios, aunque sean sólo tres semanas, para reforzar posiciones, menos éxitos podrán cosechar al menos en teoría. Y el panorama de su oposición es ciertamente débil, incluso patético en varios a día de hoy, La fuerza ultimamente más potente, En Marea y/o Podemos, duda aún en ir juntos o por separado y desgarran su confianza en polémicas que ocultan algo más que diferencias formales. Y en el lado del nacionalismo stricto sensu, el BNG apenas consigue levantar cabeza, aunque algunos sondeos le aportan esperanzas, centradas en el papel de su Portavoz Nacionak y candidata.

Por el espectro -quizá nunca mejor dicho- que se considera "moderado", el horizonte es todavía peor. Ciudadanos, que en Galicia ha sido poco en las dos convocatorias generales anteriores, sitúa sus esperanzas electorales de ahora al borde mismo de lo extraparlamentario, sin listas, ni candidato ni apenas militantes y sin explicar la esquizofrénica actitud de su líder nacional, el catalán Riveral. ¿Y el PSdeG/PSOE? Pues como diría Marx -Groucho- llegando a las cumbres de la nada desde el vacío de las más profundas a honda sima. Y con un candidato a la Xunta al que solo aprecian de verdad en la sede de Ferraz dentro del equipo directivo de Pedro Sánchez.

Pues alea jacta est...

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