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Pablo Iglesias se juega en Galicia su primera gran derrota interna

Apoya a En Marea mientras parte de sus bases rechazan integrarse en ella - Podemos desvela el martes si coincide con el deseo de su líder

Carmen Santos (d), líder de Podemos Galicia, ayer junto a Yolanda Díaz, y los alcaldes de Ferrol, Jorge Suárez; A Coruña, Xulio Ferreiro, y de Santiago, Martiño Noriega. // Marcos Canosa

Los prejuicios y los datos empíricos sobre la prevalencia del PP como fuerza dominante en Galicia contrastan con el rol vanguardista de la comunidad como laboratorio de la nueva política, que no se hubiese gestado en un despacho de la Complutense sin la experiencia de Pablo Iglesias como asesor de Esquerda Unida en el nacimiento de AGE, un momento histórico en el que parte del nacionalismo derribó el tabú de la asociación con fuerzas estatales. A partir de ahí, la historia, a ritmo de vértigo: éxito en el Parlamento gallego, crisis, auge de Podemos... Hasta ahora, donde el nacimiento de la Marea gallega se enfrenta a una encrucijada: lanzar un proyecto de unidad o competir electoralmente con Podemos.

La decisión de las bases podemitas se antoja crucial y, de nuevo, podría marcar un hito de Galicia como pionera política, pues este podría ser el territorio donde las bases enmendasen la plana a Pablo Iglesias, líder omnímodo de la formación morada. Las paradojas forman parte del ADN del autobautizado espacio rupturista, pero en algunos aspectos rozan el delirio y solo complican todavía más llegar al elector, a pesar de que la coalición logró en las generales el 22% de votos, incluso con sus tensiones internas públicas.

Por partes. Podemos Galicia rechaza unirse a un partido y propone, como mucho, una coalición: nada de igualdad entre los socios, sino que Anova, EU y las Mareas en Común representan un bando, y los podemitas otro. La maniobra busca mantener sus siglas y lograr una cuota de poder mayor, en consonancia con el valor que, entiende su líder, Carmen Santos, poseen. Sus socios recelan, si bien entre ellos también quedan facturas en el cajón por afrentas no resueltas. Si quieren unidad, unidad. Pero en pie de igualdad, replican. La partida podría prolongarse varias semanas e incluso resolverse in extremis, en una especie de carrera ilegal, de esas en que dos coches se lanzan uno contra el otro a ver quién se raja antes. En muchos casos, ambos se estrellan; en otras, se salvan. Fuentes de En Marea y Podemos confían en un acuerdo sobre la bocina.

Pero todo podría resolverse el martes, cuando se conozca el resultado de la votación de las bases de Podemos Galicia. Si descartan la alianza y optan por ir en solitairo a las elecciones ya no habrá debate, solo buscar un pacto de no agresión entre los socios en el Congreso y enemigos en Galicia. Feijóo todavía no se cree cómo se han torpedeado entre sí sus enemigos cuando mejor les soplaba el viento, aunque en el PP los más prudentes evitan lanzar las campanas al vuelo.

Si las bases de Podemos eligen presentarse solos se producirá la primera gran bofetada pública a Pablo Iglesias. Otra paradoja. El líder morado alentaba la Marea que ayer se celebró en Vigo mientras su secretaria gallega se desmarcaba de momento del proceso y parte de sus bases desechaban esa opción: de 192 votantes en la asamblea de Santiago, 156 repelían la alianza y solo 36 defendían repetir confluencia. Otra paradoja: a la cita de las bases de Podemos no acudieron los dos diputados de En Marea que en las redes sí alentaban la asamblea de ayer. Acudieron desde primera hora. Santos solo se dejó ver por la tarde. Y otra más: la mayores tensiones entre Podemos y las Mareas se focalizaron en las declaraciones de Xulio Ferreiro, regidor de A Coruña, y Santos. El primero tuvo un lugar protagonista, a pesar de ello, en el cierre de campaña de Unidos Podemos con Iglesias y Ada Colau.

Cita poco representativa

La votación del jueves pasado de Podemos no era vinculante y la cifra de participantes resulta irrelevante teniendo en cuenta que en las primarias de abril votaron 3.300 personas y que están inscritos en la organización, según esta, 20.000. Además, a la cita solo acudió la facción más hooligan del partido. Pero el aparato ya perdió en el pulso por la Secretaría General, evidenciando la dificultad para predecir el comportamiento de esta formación.

Los mareantes quieren esperar a Podemos, pero cuando uno se sube en marcha a un autobús las opciones de que lo dejen pilotar son mínimas y, probablemente, los mejores asientos ya estén ocupados. Te sientas donde puedes. O te bajas otra vez... en marcha.

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