A la hora de explicar los datos, María Bastida, profesora de Organización de Empresas de la Universidade de Santiago, defiende que "desde un punto de vista optimista" se puede pensar que los hombres "han avanzado en concienciación, en corresponsabilidad en el reparto de tareas domésticas y responsabilidades familiares". No obstante, concede que "el motor probablemente" de estos cambios "debamos buscarlo en el mercado de trabajo". "Sobre todo al inicio de la crisis", señala, "expulsó proporcionalmente a más hombres que mujeres", lo que a su juicio puede explicar ese mayor descenso. Pero además, indica, "también debemos contar con las asimetrías" de ese mercado. En esa línea los trabajos denominados "precarios, temporales y parciales son ocupados mayoritariamente por mujeres", afirma, y son esos los que, según otros expertos en el mercado laboral, ocuparon las amas de casa cuando sus maridos se quedaron sin trabajo.

Para Bastida, la crisis está "reforzando" efectos "no deseados ni deseables". "El camino", dice, "debería ser hacia la igualdad de condiciones y oportunidades de acceso, promoción y retribución en el mercado laboral", mientras que "aquí de lo que estamos hablando es de una mayor precarización de ciertos empleos y de un mayor acceso proporcional de la mujer a esos empleos".

Para Bastida, lo que está claro es que la mujer que se incorpora al mercado de trabajo accede a unos niveles de "independencia y libertad que hacen que difícilmente cambie sus expectativas". Mientras, "el hombre va avanzando también en corresponsabilidad". "Tampoco podemos olvidar el tipo de mercado laboral que se está conformando con las sucesivas reformas", apunta, "donde es complicado que una familia pueda mantenerse con un único trabajo". "En este contexto, quedarse en casa -siempre y cuando haya alternativa laboral- difícilmente es una opción", concluye.