En Marea vive un dejà vu en el Congreso. De nuevo, se enfrenta al debate de qué decisión tomar sobre su demanda de grupo parlamentario propio. La división de criterio enfrenta a Anova, partidaria de reclamar esa opción ante el Tribunal Constitucional e irse, por obligación, al grupo mixto, mientras EU y Podemos rechazan esa vía y prefieren repetir su presencia en el grupo confederal de Unidos Podemos.

La alianza gallega cree que su coalición debe contar con voz propia, lo que genera más recursos y mucha mayor visibilidad en los debates, donde podría intervenir de forma autónoma en lugar de recibir el tiempo que le asigne el macrogrupo dirigido por Pablo Iglesias.

Tras el 20-D, alegaron el veto de PP, PSOE y Ciudadanos en la Mesa del Congreso para justificar el fracaso de su objetivo. De nuevo, esos partidos repetirán bloqueo porque entienden que primaría al grupo de Podemos, que tendría más recursos y tiempos que el resto.

Los cuatro diputados de Compromís, socios valencianos de la confluencia, de nuevo se irán al mixto. Y ahí surge el debate.

Anova expuso el jueves en la reunión de la coordinadora de la coalición que, con sus cinco diputados, liderarían el grupo mixto en el Congreso y obtendrían una visibilidad favorable en las semanas previas a la campaña electoral gallega. Sus socios rechazan esa vía por entender que rompería su unidad. De hecho, tras el 20-D Podemos insinuó que ordenaría a sus dos diputados de la alianza -entonces contaban con seis escaños, que quedaron en 5 tras el 26-J- quedarse en sus filas si adoptaban esa vía, rompiendo el acuerdo de En Marea.

La cercanía de las elecciones y las grietas en este espacio, que están entorpeciendo la creación de la Marea gallega, convierten en remota la opción de que la alianza se fracture con tres diputados con Podemos -dos podemitas y Díaz- y los dos de Anova, en el mixto.