El informe de la Agencia Ferroviaria Europea -encargado por la Comisión Europea- sobre el accidente del Alvia en Angrois concluye que la investigación realizada en España por la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF) no fue independiente y que no se analizaron las causas fundamentales del siniestro así como otros "elementos clave" y aboga por abrir una nueva investigación. En el descarrilamiento del tren, en julio de 2013, fallecieron 80 personas y más de un centenar resultaron heridas de diversa consideración.

El informe ya llevaba meses elaborado, pero las autoridades comunitarias decidieron aplazar su divulgación hasta después de las elecciones generales. Ayer se conoció tras una reunión de responsables europeos con representantes de las víctimas y con la portavoz del BNG en Bruselas, Ana Miranda. Su divulgación se produce un mes y medio después de que la Audiencia Provincial de A Coruña ordena reabrir la instrucción judicial en la que figura como único imputado el maquinista, Francisco José Garzón.

En el documento, de quince páginas, se relatan las "debilidades" que se han identificado en la actuación de la CIAF, dependiente del Ministerio de Fomento, en cuanto a los análisis sobre la línea, la seguridad y el motivo de las decisiones tomadas. Entre las reservas expresadas por la agencia europea figura que Renfe y Adif formaran parte del equipo de investigación, lo que provoca un "conflicto de intereses", dado que están implicadas directamente en el accidente. Además, se pone en duda la neutralidad de Ineco, la empresa encargada de revisar la seguridad de la línea.

"La composición del equipo de investigación de la CIAF no aseguró la independencia de la investigación. El requerimiento de que fuera independiente de cualquier administrador de infraestructuras, empresa ferroviaria y de cualquier parte cuyos intereses puedan entrar en conflicto con el trabajo en encargado al equipo investigador no estuvo asegurado", se recoge en informe. Por eso, dada la gravedad del accidente y las "debilidades" detectadas con la falta de independencia, la Agencia Ferroviaria Europea aboga por abrir una nueva investigación.

Los reproches son numerosos. Como que el análisis de la CIAF se centrara únicamente en la causa directa de siniestro -un error del maquinista-, pero no profundice en las "causas fundamentales y subyacentes" ni en "elementos clave" relacionados con la línea o la formación del propio tren. El informe europeo censura que la investigación española pusiera el acento en el descarrilamiento en sí, sin aportar una descripción detallada y crítica de la colisión, el impacto y el fuego que le siguieron ni tampoco sacar conclusión alguna.

Del mismo modo, la CIAF no analiza "suficientemente" las decisiones tomadas sobre el diseño de la línea, de la locomotora y los vehículos, ni de "cómo fueron evaluados los riesgos" en los sistemas de seguridad.

Sobre Renfe, lamenta que no se informe sobre los criterios en los que se basó para operar a alta velocidad a pesar de haber un "riesgo claro" de un error humano y carecer de medios técnicos que lo impidiesen. En el mismo tono, con respecto a Adif, echa en falta profundidad en el análisis de medios que puedan paliar las posibles consecuencias de un descarrilamiento provocado por un error humano.

También ve insuficiente la información aportada acerca de la autorización de la línea, incluidas sus modificaciones, su trazado, radio de las curvas y velocidades, las evaluaciones de riesgo, así como revisiones de seguridad, entre otras.

Sobre la Dirección General de Ferrocarriles, dependiente de Fomento, censura que falte un análisis sobre los criterios en los que se basó para autorizar a ADIF poner en servicio la línea sin los medios que mitigasen un error humano.

En uno de los epígrafes se pone el acento en que en la investigación no se incluye el documento que elaboró en 2011 el jefe de maquinistas de la provincia de Ourense en el que alertaba del brusco descenso de velocidad que había que realizar en la curva de Angrois.

Acto seguido, llama la atención sobre cómo en todas las investigaciones de la CIAF siempre se centran en los riesgos derivados del comportamiento de los maquinistas. Y reprocha que no haya evidencias de que cómo se informó a las víctimas ni de que se le diera la oportunidad de realizar aportaciones ni datos sobre la actuación de los servicios de rescate.