La población mayor de 65 años en la comunidad gallega supera ya en un 34% a los menores de 16 y en algunos concellos los jubilados representan un tercio del padrón. El índice de envejecimiento, que mide la evolución de este colectivo en relación a cada 100 menores de edad, alerta de la sangría demográfica entre la población gallega. Galicia es la segunda comunidad más envejecida -solo por detrás de Asturias-, con un índice del 188%, que supera en 74 puntos a la media nacional (104%) y pero que supone casi cuadriplicar los niveles registrados hace cuatro décadas, en 1975, cuando solo había 49 personas mayores de 65 años por cada cien menores de 16.

Según recoge la Fundación Adecco, el año 2000 marcó el punto de inflexión y un cambio de tendencia hacia "un país para viejos". Desde entonces, la tasa de envejecimiento empezó a subir año tras año hasta llegar a su máximo histórico actual.

Todas las provincias gallegas, salvo Pontevedra, se sitúan en el top ten de las más envejecidas de toda España. Destaca Ourense con la tasa de longevidad más elevada de toda España, con un 292, lo que significa que se contabilizan en la provincia el triple de personas mayores de 65 años que jóvenes. Una situación similar ocurre en Lugo, que se sitúa con un índice de 272 en el tercer lugar a nivel nacional, solo por detrás de Ourense y de Zamora (280). A Coruña cierra la lista de las diez provincias españolas más envejecidas, con una tasa del 180.

El recorte demográfico hacia el desierto demográfico en Galicia ha evolucionado de forma diferente según cada provincia. Los concellos de A Coruña en 1975 mantenían el equilibrio entre mayores y jóvenes con un índice del 100% que en 40 años creció un 80%. Pontevedra hace cuatro décadas era una población joven con 100 menores de edad por cada 80 jubilados, pero a día de hoy la tendencia ha cambiado y son 148 mayores de 65 años por cada 100 jóvenes, si bien el envejecimiento es menor que en el resto de la geografía gallega.

La mayor sangría se da en las provincias del interior. Ya en 1975 Lugo y Ourense eran zonas envejecidas con una tasa de longevidad de casi el 170%.